Editorial: Los demócratas y la inmigración

Para evaluar las promesas electorales hay que ver la consistencia de los precandidatos

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Crédito: Geoff Robins | AFP/Getty Images

La inmigración es un tema central en la elección presidencial de este año. Tanto demócratas como republicanos debaten quién es más duro y quién es más tolerante con los indocumentados. Las diferencias entre los dos principales precandidatos republicanos y los dos demócratas no pueden ser más grandes, lo que facilita la elección de candidato en noviembre para los votantes en favor de una reforma integral.

Pero el reciente debate organizado por Univision mostró las hilachas del senador Bernie Sanders y de la ex secretario de Estado, Hillary Clinton, cuando intercambian acusaciones ante un público mayormente inmigrante. Ambos tienen sus pecados pero no son iguales.

Es cierto que Sanders se opuso a la reforma migratoria de 2007. El senador apoyó la postura del sindicato AFL-CIO que veía las cláusulas sobre trabajadores temporales como perjudiciales a los trabajadores estadounidenses. Hasta el líder agrícola Cesar Chávez sostuvo esta posición en contra de los trabajadores temporales extranjeros en algún momento. Sanders, junto a 15 senadores demócratas integraron los 53 votos que mataron al proyecto.

El caso de Clinton es más problemático por sus cambios de posición  en algo tan importante como las licencias de conducir para indocumentados. La senadora a principios de 2007 apoyó la propuesta del gobernador de su estado, Eliot Spitzer, de otorgar el documento. Más tarde, cambió de posición y, según Spitzer, ella lo presionó para no proseguir con el plan para que no contradijera con su postura contra las licencias,  expresada un año más tarde en la elección de 2008.

Ahora se dice  que la circunstancias políticas cambian para explicar las distintas opiniones de la ex senadora. Precisamente eso es lo preocupante. No es correcto que el respaldo a algo tan necesario para trabajar como estas licencias dependan del cálculo político del momento.

Esto nos lleva a cuestionar si las posturas y promesas, arrancadas a regañadientes por los periodistas, serían las mismas si el público hubiera sido otro. Pensamos que en el caso de Sanders, para bien y para mal, no cambiaría de postura, de Hillary no se podría decir lo mismo.

La comunidad latina ya debe comprender a esta altura el valor de las promesas en cuanto a inmigración. La mejora manera de evaluarlas es mirando el pasado cercano y la consistencia del candidato.

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