“Gasolinazo” dispara los precios en México

A la alza en el precio del combustible, le sigue toda una serie de incrementos debido a los costos del transporte

El aumento en el precio de la gasolina se verá reflejado en muchas otras necesidades básicas.

El aumento en el precio de la gasolina se verá reflejado en muchas otras necesidades básicas. Crédito: EFE

MÉXICO.- La mañana del 3 de enero, Jazmín Pérez se levantó temprano, como todos los días, para comprar un panqué en la panadería de la colonia. Saludó a la mujer y le extendió un billete de 20 pesos. “No tengo 50 centavos para completar el cambio”, respondió la vendedora.

En ese momento, Jazmín se dio cuenta que la rebanada había subido de 12 a 12.50 pesos de un día para otro, en medio de una crisis anunciada por el incremento de hasta 20% en el precio de la gasolina y el diésel, dos combustibles claves en la economía de México.

Los empresarios, comerciantes y políticos se prepararon con anticipación desde los últimos días de octubre pasado, cuando el Congreso autorizó el incremento, con el argumento de que el gobierno estaba cansado “de subsidiar el costo” que se fue para arriba día a día con el alza del dólar.

De nada sirvieron las lamentaciones de algunos diputados del partido Morena sobre cómo Petróleos Mexicanos (Pemex) dejó de refinar gasolina por falta de infraestructura y se comenzó a importar, para festín de las empresas intermediarias (generalmente en manos de funcionarios acusados de llevarse la tajada de que México ya no refinarí,a sino acarreará gasolina del extranjero).

El caso es que el incremento se autorizó y las Cámaras de Comercio y Autotransporte, al igual que los políticos, advirtieron lo que venía y se lavaron las manos.

“Se afectará toda la cadena productiva por el costo del transporte y el mayor impacto se verá en el precio final, el cual recae en el consumidor”, dijo Enrique Solana, presidente de la Cámara Nacional de Comercio.

Jazmín sufrió el primer golpe a su bolsillo con la rebanada de panqué. Ella es una vendedora independiente de bienes raíces y sus ganancias no dan para dejar a la deriva los gastos. “Guardo todos los tickets: sé cuánto me cobrarán de más”.

El mismo lunes supo que ya no le alcanzarían 200 pesos para comprar los 15 litros de gasolina de toda la semana y solo puso 12 litros; dio dos vueltas por la CDMX para visitar a sus papás y hacer algunas compras y al siguiente día, ya nada más tenía medio tanque.

“Los gasolineros están poniendo menos gasolina para quedarse con más ganancia”, pensó al encender el coche camino al supermercado, y rezó porque las marchas contra el incremento no molesten mucho y logren algo.

El Banco había previsto una inflación de hasta el 5% a lo largo del 2017 que tendría un impacto directo en la población, pero no previó otras miserias como la especulación, el robo al consumidor, el pánico, la avaricia.

En el supermercado, Pérez compró lo mismo que cada semana: carne molida, leche, pan tostado, plátanos, manzanas, nueces, café, agua, atún y chícharos. Cuando llegó a la caja, ya estaba de mal humor especulando el aumento que se concretó en 180 pesos más.

“Son 724 pesos”, dijo la cajera. Jazmín abrió los ojos, quitó las nueces, algunos plátanos, cambió la charola de res y maldijo al país donde nació.

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