Profesores de escuela chárter denuncian gastos excesivos en cosas innecesarias

La secundaria Celerity Dyad de Sur Los Ángeles es blanco de una investigación federal por presunto fraude

Mientras la escuela se gastaba el dinero en extravagancias, no cumplían con los pagos de los salarios al personal.

Mientras la escuela se gastaba el dinero en extravagancias, no cumplían con los pagos de los salarios al personal. Crédito: Google Maps

Agentes federales del FBI y del Departamento de Seguridad Nacional registraron la semana pasada la escuela chárter Celerity Dyad, en el sur de Los Ángeles, y requisaron equipamiento electrónico y documentos.

Aunque el motivo de la orden de registro no se ha hecho público, el inspector general del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) está investigando varias alegaciones de fraude y malversación de fondos que pesan contra la organización Celerity Educational Group, responsable de siete escuelas chárter por todo el sur de California entre las que está Celerity Dyad.

Entre sus pesquisas, el LAUSD ha escrutinado a la fundadora de la escuela Vielka McFarlane, cuyo salario llegó a exceder al de la superintendente del distrito.

Varios exprofesores de Celerity Dyad relataron al Los Angeles Times los excesos e incongruencias que presenciaron durante su tiempo en la escuela.

Tien Le, actual candidata doctoral en USC, explica que la escuela no contaba con biblioteca, cafetería o gimnasio. Tampoco proprocionaba los materiales básicos a los alumnos, por lo que tenía que comprarlos ella misma.

Y sin embargo, la organización que gestiona la escuela sí pudo permitirse organizar una lujosa fiesta en Hollywood para el personal en la que hubo barra abierta, mesas para jugar al póker, una sala de karaoke y un estacionamiento especialmente reservado para los asistentes.

“Cuando pedí productos básicos, no pude tenerlos, pero ¿sí tienen dinero para esta costosa fiesta?… Para una escuela pública, eso no era normal”, recuerda que pensó.

Varios profesionales se han quejado además de que no les pagaron por su trabajo. Sara Fisher, que comenzó a trabajar para Celerity en julio de 2013, denuncia que durante meses no vio un centavo de los $90,000 anuales que le habían prometido y la habían llevado a establecerse en Los Ángeles desde Missouri.

A finales de noviembre de ese año, cuando volvió a insistir en el cobro de un sueldo que llevaba meses retrasado, fue despedida por “insubordinación”. ¿El motivo? Calzarse una chanclas después de una reunión para estar cómoda mientras recogía la sala.

Ese mismo año, los ingresos del Celerity Educational Group superaron los $38 millones, la mayor parte de ellos procedentes de fondos públicos, y McFarlane, por entonces la jefa ejecutiva, se ingresó un salario de $471,842.

Además Christopher Mayes, un extrabajador de la Celerity Lanier Charter School en Baton Rouge (Louisiana) del grupo Celerity Schools Louisiana, asociado a Celerity Group, ha demandado a la organización por impago de salarios.

El abogado del grupo Celerity defiende  la compañía afirmando que “es una institución educativa de primera clase”, aunque el consenso en el LAUSD es que la investigación federal no es relativa al desempeño académico de las escuelas, sino a las prácticas económicas y la gestión de fondos que hace la empresa que las gestiona.

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