Abunda venta de alcohol en el Valle

Analistas afirman que en áreas donde hay más consumo suben los delitos

Amanece en el vecindario angelino de North Hollywood y “Daniel”, sin empleo desde hace tres años, ya tiene una cerveza en la mano. “No soy alcohólico, lo que pasa es que la vida me ha tratado mal”, dice este hombre de 35 años, quien pagó con un billete roto, el último en una cartera desgastada, al empleado de una licorería.

Es el transitado cruce de la calle Oxnard y el bulevar Lankershim, donde dos tiendas, un restaurante y la sucursal de una cadena de farmacias tienen dos cosas en común: la ubicación y un refrigerador-vitrina repleto de cervezas de varias marcas.

Con una extensión de apenas 5.8 millas cuadradas, en North Hollywood es más fácil encontrar un establecimiento que venda alcohol que en al menos 77 ciudades del condado de Los Ángeles, algunas de las cuales, como Lancaster, tienen un territorio 17 veces más grande que este.

Un panorama similar se repite en otros diez barrios del Valle de San Fernando, donde hay más de 1,400 bares, restaurantes, supermercados y tiendas que cuentan una licencia para vender bebidas embriagantes al menudeo, superando a Pasadena (con 988 permisos) y dejando muy atrás a Glendale (con 317), de acuerdo con cifras del gobierno estatal.

Entre esos vecindarios donde prolifera la venta de alcohol, al cual se le atribuye el aumento de crímenes y accidentes automovilísticos, se encuentran Van Nuys, Pacoima y Sun Valley, con una gran cantidad de habitantes de origen hispano.

“Es muy preocupante porque los reportes indican que donde hay más concentración de alcohol hay más violencia”, insiste Jorge Castillo, organizador de enlace comunitario de Alcohol Justice (antes Marin Institute), un grupo que en 2010 publicó un estudio con una conclusión reveladora: más hispanos en California son asesinados por motivo del consumo de alcohol (56%) que otras etnias.

La estación Devonshire de la Policía angelina, cuya jurisdicción abarca las comunidades de Canoga Park, Chatsworth, Northridge y Winnetka, reporta que en solo dos meses de 2010 (mayo y junio) se observó un incremento del 57% en accidentes relacionados con el consumo de alcohol y drogas. El año pasado, en todo el Valle se registraron 919 choques donde el conductor responsable estaba borracho o drogado.

Las comunidades de color, señala Castillo, generalmente se enfrentan al mismo problema: muchos negocios que venden bebidas embriagantes y pocos lugares de tratamiento.

“A veces no hay centros comerciales, ni tiendas de abarrotes donde los vecinos puedan comprar alimentos nutritivos, pero hay muchas licorerías”, añadió.

Los Ángeles es la ciudad de California con más comercios que venden alcohol, con 4,173 licencias, 25% del total en este condado, según datos del Departamento estatal para el Control de Bebidas Alcohólicas (ABC). Pero estos no están distribuídos equitativamente. En West Los Angeles, por ejemplo, solo existen siete permisos y en Valley Village hay apenas dos. Mientras que en Wilmington, donde el 87% de sus habitantes son latinos, 78 locales ofrecen bebidas embriagantes.

North Hollywod, que se ha expandido con la llegada de condominios y la Línea Roja del metro, es punto y aparte. Hasta el 30 de junio, ABC había otorgado 274 licencias en ese lugar, una cantidad que supera a los permisos que, de manera conjunta, se concedieron en las ciudades de Calabasas, Sierra Madre, San Marino, Signal Hill, South Pasadena, Cudahy, Malibu, Walnut y Commerce.

Pero el representante de esa comunidad en el Concejo de Los Ángeles, el concejal Paul Krekorian, dice que ello no representa un problema de salud y que ningún vecino se ha quejado de esto en su oficina. “Depende de dónde están ubicados, cómo conducen su negocio y si cumplen con otras leyes y con las inquietudes de los vecinos”, comentó a La Opinión.

A pesar de que el Sur de Los Ángeles cuenta con alrededor de 500 licencias de ABC, según cálculos de organizaciones comunitarias, el gobierno local no ha dejado de otorgar permisos por “conveniencia pública o necesidad”, lo cual significa que ya existe una gran cantidad de locales de este tipo, pero que uno más puede ofrecer un beneficio al vecindario, como empleos.

“Si hay más lugares donde esté disponible el alcohol, se está más propenso a consumirlo”, advirtió John Whitaker, especialista del Centro de Tratamiento de Tarzana, que ofrece ayuda a los alcohólicos y adictos a las drogas en el Valle de San Fernando.

“En Beverly Hills es difícil que vendan alcohol. Se enfocan en áreas pobres donde desproporcionalmente se toma más”, dijo a La Opinión.

Hace unos días el Ayuntamiento de Los Ángeles dio un giro sin precedentes respecto a los contratos que involucran este tipo de bebidas, al pedir a una empresa publicitaria retirar los anuncios que promocionan cervezas y licores. Sin embargo, en lo que va del año el Cabildo ha otorgado 29 licencias por “conveniencia pública o necesidad” para distintas zonas de la ciudad. Generalmente este asunto es aprobado sin discusión.

John Carr, vocero de ABC, aclara que estas licencias pasan por un proceso “muy abierto” y profundo donde se investiga al negocio solicitante, se envía la petición a los gobiernos locales (Concejo Municipal o junta de supervisores), agencias del orden y encargados de la planeación urbana, y se somete al escrutinio público.

“Si ya hay una cantidad de licencias extendidas por el estado, se debe probar que contribuirá a la comunidad, que proveerá servicios, empleos u otras cosas positivas”, puntualizó Carr.

En el Centro de Tratamiento en Tarzana, unas 115 personas luchan por dejar la bebida y las drogas; el 30% son latinos.

“El alcoholismo es peor, porque es aceptado por la gente, se puede comprar en cualquier lugar y se puede ingerir abiertamente”, dijo Whitaker.

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