Acción con acné

Taylor Lautner trata de convertirse en héroe en la película 'Abduction'... pero no lo logra

Pasar de ídolo juvenil a actor maduro y profesional es una tarea harto difícil. Pocos lo logran. Taylor Lautner, el hombre lobo pseudoromántico de la saga Twilight con más músculos abdominales que expresiones en su cara, no parece que vaya a lograrlo, a tenor de su interpretación en Abduction, cinta de acción que en manos de un director más solvente y de una estrella con algo más de carisma, y especialmente una idea clara de lo que es actuar, hubiera podido ser mucho más lograda.

Desafortunadamente no lo es.

Nathan (Lautner) es un joven que parece ser es el único que no se da cuenta que sus padres, Kevin (Jason Isaacs) y Mara (Maria Bello), no lo son, sino que en realidad fue adoptado (el parecido físico del adolescente con sus teóricos progenitores es nulo).

Los primeros y eternos minutos de Abduction, que se estrena hoy y fue clasificada PG-13 quizá porque las actuaciones de su plantel son una auténtica tortura, están dedicados a la vida de Nathan, sus amigos y, especialmente, su vecina Karen (Lily Collins), con quien le gustaría ir más allá de ser solo amigos, aunque de por medio está el repelente novio de la joven.

En fin, que todo empieza a tomar cierta forma interesante cuando una simple búsqueda en internet levanta las sospechas de Nathan, al descubrir que él es un niño desaparecido. Al enfrentarse con sus padres, estos le confirman que así es: fue adoptado años atrás.

Pero la situación toma un giro más dramático cuando un par de matones asedian su hogar y obligan a Nathan a huir acompañado de Karen.

Será una persecución en la que se involucrarán la CIA, con el agente Burton (Alfred Molina) a la cabeza, un grupo de asesinos a sueldo liderados por Koszlow (Michael Nykvist) y la psicológa de Nathan, la doctora Bennett (Sigourney Weaver), quien parece que sabe mucho más de lo que aparenta.

El principal problema de Abduction, y eso que tiene muchos, es la pareja protagonista: Lautner y Collins no solo ejemplifican lo peor de la nueva generación de actores (aspecto soso, sin expresividad absoluta, falta de garra y emoción en sus actuaciones), sino que también dejan en evidencia la endeblez de un guión donde lo predecible es la norma.

A su lado hay dos opciones: tomarse el filme con cierta sorna, como hace Alfred Molina, o tratar de empeorar la interpretación para estar a la altura de aquellos (caso de Sigourney Weaver quien, por cierto, luce escaso maquillaje, a sus casi 62 años, mientras que la máscara de maquillaje de Lautner, de 19 años, roza el ridículo).

En manos del siempre mediocre John Singleton, (Boyz N the Hood, Shaft, 2 Fast 2 Furious)Abduction nunca va más allá de la apariencia de un episodio de cualquier serie de televisión. Lo que resulta una lástima porque, a diferencia de Paul Haggis en The Next Three Days, no sabe cómo hacer de Pittsburgh, donde acontece la acción, un tercer personaje visual del relato.

Solo en sus instantes finales, que tienen lugar en el estadio de los Pirates durante uno de sus encuentros, Abduction es un largometraje con cierto interés y tensión.

Pero es demasiado tarde, porque hasta se momento, la cinta no es más que una operación comercial para hacer de Taylor Lautner una estrella de cine madura y adulta.

Vaya fracaso.

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