Confesión pública

John Leguizamo trae a LA su nuevo y más estelar monólogo

Los monólogos de John Leguizamo siempre han sido confesiones públicas, donde cuenta sus pecados -se despoja, literalmente, cual ritual santero- y recibe el indulto del aplauso del público. Por lo menos eso es lo que el actor colombiano quiere hacer creer a su público en Ghetto Klown, su más reciente espectáculo unipersonal, que abrió el domingo en el Teatro Montalbán.

Apropiado el pequeño teatro en el corazón de Hollywood, porque este nuevo acto de contrición de Leguizamo tiene mucho que ver con la industria del cine, de la cual el actor admite haber sacado más provecho del que aparenta.

Si su último monólogo, Sexaholix… fue sobre cómo sus relaciones personales (y sexuales) lo formaron como hombre, en Ghetto Klown Leguizamo cuenta cómo se convirtió en el payaso latino del mundo del espectáculo: cómo forjó su carrera, a su manera y sin pedirle nada a nadie.

Cuenta, con lujo de detalle, cómo se las ingenió para salirse con la suya e improvisar parlamentos en la filmación de Executive Decision a pesar de los egos de las dos estrellas del filme, Kurt Russell y Steven Segal. Dice cómo vomitó sobre Patrick Swayze y Wesley Snipes tras una noche de mucho alcohol durante la filmación de To Wong Foo… y hace una imitación no muy halagadora de Al Pacino en Carlito’s Way. Muchas de las revelaciones sobre las grandes estrellas ya las había puesto en sus memorias, pero no hay nada como escucharlas de su misma boca.

Para ello no necesita mucha distracción sobre el escenario: un comedor genérico como escenografía, un banco y una pantalla gigante de video que ayuda a ilustrar los relatos. Uno de los más graciosos es su explicación sobre la amalgama racial y cultural de la población latina, que explica con una versión actualizada de una pintura de castas.

Además de su paso por Hollywood, Leguizamo explora el ejercicio en sí de escribir sobre sus experiencias personales para llevarlas al escenario en los monólogos, los únicos espectáculos donde puede ejercitar total control artístico. En una hilarante secuencia fílmica que se repite un par de veces, nunca sin perder efecto, cuenta cómo la depresión lo lleva a excesos y a tocar fondo hasta que la escritura lo salva.

Por supuesto que las relaciones personales no están ausentes de Ghetto Klown: Leguizamo continúa haciendo revelaciones dolorosas sobre su difícil relación con su padre (a pesar de que cuenta que este lo demandó por difamación) y da detalles sobre su ruptura con su mejor amigo y socio.

Indudablemente que Ghetto Klown es una adaptación conveniente de los hechos: el mismo Leguizamo admite que es solo su punto de vista, y uno de los mayores pecados que confiesa es su egocentrismo.

Pero detrás de ese ego hay mucho talento, y Leguizamo explota como pocos su habilidad para echar un buen cuento y mantener a un público cautivo por hora y media de show.

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