Del rap a la ranchera

'Canelo' siente el peso de la popularidad entre sus fans angelinos

No hubo tiempo para nada. Para correr dos o tres rolas del mariachi. Nada más. Porque en ESPN Zone, entre la barahúnda de un centenar de periodistas y la prisa de los promotores metidos casi al mismo tiempo en Los Ángeles con el “Canelo” Álvarez-Alfonso Gómez, y en Las Vegas con Mayweather-Ortiz, nos despacharon rapidito.

¡Pa’ fuera… pa’ la calle!

Unos esperaban más del mariachi.

¿No que pelean dos de Guadalajara?

Y no. No hubo más.

Y qué tal si a falta de mariachi Alfonso Gómez se despacha con un rap. Algo como aquello cuando le dijo a “Canelo” que: “Ya está enojao y se puso colorao”.

“No. No hay rap esta vez… guardo todas mis energías para mañana [hoy] porque lo que van a ver es un espectáculo” , espetó un sobremotivado Gómez que se safó de no más de tres reporteros que lo querían entrevistar y se fue del lugar.

Ni un rap de Alfonso Gómez. Imagine eso.

¡Qué resignación!

Pero no para la raza. Que (cómo que no) allí estaba. Impenitente, indómita. Invencible.

Como si esperaran un bono o un boleto para algo gratis, de pronto por la puerta principal de cara a la Figueroa salió solo… solito, él y su alma, el mismísimo “Canelo” Álvarez.

Caminaba rápido, pero como quien no sabe exactamente para dónde va, pero quien sí sabe que no puede quedarse paradito en un solo lugar.

Y ahí va la raza.

‘”Canelo’, una firma…” ‘”Canelo’, una foto”. Firma acá… firma allá.

Otra foto y esta firma, y una más para un póster.

Un fenómeno el “Canelo” Álvarez en Los Ángeles, la ciudad que ha adoptado como epicentro de su carrera.

Y una señora (guapaaaaaa) que escapa del brazo de su marido y corre hasta donde el azafrando noqueador jalisciense. Venga un beso y otra foto que tomó el sorprendido esposo.

Todo sucedió en tres o cuatro minutos.

¿Y dónde está “Chepo” Reynoso, su mánager? Ocupado con la prensa de Mexico.

¿Y dónde está Eddie Reynoso, su entrenador? Ocupado con la prensa de México.

¿Y Óscar? Bromeaba con varios periodistas en lo que quedaba de la liquidada ceremonia de pesaje que duró apenas 10 minutos.

Igual que en el cuadrilátero, donde tiene respuestas para todo, el “Canelo” se “fajaba” mientras miraba para todos lados para ver si llegaba alguien.

¡Él y su sombra… él y su alma!

Igual que en el cuadrilátero, donde no llega nadie a ayudarte si la pasas mal, el “Canelo” se jugaba a fondo y, en un tramo de 50 metros, debió posar para más fotos y firmar más pósters y guantes que en toda la ceremonia.

Eso sí, ni un segundo de mala cara, ni un desaire para nadie.

El costo de la fama, dicen por ahí.

Camino del museo de los Grammy’s, un grupo de turistas no tenían bien claro si aquello era un evento callejero con algun músico o un joven aspirante a actor con sus admiradores o -lo que más parecía en ese momento- un acto de linchamiento.

“¿What’s happening here?”

“The popular Cinnamon”, le dije.

“Oh, great”, me dijo. Aunque no había entendido nada.

Entonces se detuvo un cuatro por cuatro negro que bajaba por la Figueroa y dos tipos con cara de pocos amigos con el público, se llevaron a “Canelo” Álvarez rumbo al hotel.

Él lo contará como una anécdota. Hablará alguna vez de un 16 de septiembre, cuando fue “retenido de manera indebida” (inusual), por un grupo de sus fanáticos oportunos y oportunistas que se llevaron algo de su cariño, cuando un chico de Guadalajara de apenas 21 años empezaba a escribir su historia en el boxeo grande.

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