El viejo problema llamado ‘cruising’

Pocos saben que circular en auto por una calle en dos o más ocasiones durante un período de seis horas, algo que en inglés se conoce como cruising, es una falta sancionada por el gobierno de Los Ángeles. En ciertos vecindarios, de hecho, se advierte públicamente sobre las penalidades contra dicha práctica, relacionada con homicidios, robos, vandalismo y prostitución.

En el verano de 1999, por ejemplo, una persona fue asesinada y ocho más resultaron heridas en una serie de balaceras que la Policía vinculó con los paseos erráticos en vehículos que algunos individuos realizaban a lo largo del bulevar Laurel Canyon, en Mission Hills.

Incluso, en barrios como Crenshaw, en el Sur de Los Ángeles, y Hollywood, no han bastado los carteles y se han creado equipos especiales para resolver un problema que ha estado presente en la ciudad desde la década de 1970. En ese entonces se recurrió al cierre temporal de parques y vialidades importantes, como el bulevar Van Nuys, en el Valle de San Fernando, para prevenir que los jóvenes participaran en esa actividad.

En el lenguaje coloquial, la palabra cruising se refiere a manejar en una calle con propósitos sociales, pero en el Código Municipal se menciona como “la congregación de personas en ciertas áreas para involucrarse en actividades destructivas”, algo que además genera tráfico. Por eso los infractores son multados con sanciones de 100 dólares por una primera ofensa y 200 dólares y el decomiso del automóvil por dos faltas consecutivas.

Quizás no haya tantos letreros con la frase “No Cruising” en ningún otro barrio de la ciudad como en Crenshaw, habitado mayormente por afroamericanos. Ahí se aprobó la instalación de al menos seis carteles en 2003, al considerarlo como un problema creciente. “Un factor que agrava la delincuencia a lo largo del bulevar Crenshaw es la presencia de pandillas que son atraídas por dar vueltas en sus autos”, justifica la moción.

El Departamento de Transporte de la ciudad (LADOT) sostiene que cada cartel es colocado por consideración del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) y atendiendo una resolución presentada por el Concejo Municipal. “La Policía lo recomienda si existe un problema de seguridad”, explicó Bruce Gillman, vocero del LADOT.

A finales de la década de 1990, la práctica del cruising (que en la comunidad gay también se entiende como buscar compañero sexual en lugares públicos) se extendió al barrio de Silver Lake, por la presencia de populares bares que atraían multitudes en busca de diversión y sexo casual. La instalación de carteles de “No Cruising” fue una de las medidas que adoptó el municipio en esa época para tratar de poner orden.

Actualmente, los vecinos afirman que el problema ha desaparecido y que dichas advertencias envían una imagen errónea del barrio, uno de los más diversos de esta metrópoli. “Nadie quiere vivir en una comunidad donde existen esos carteles, porque da la impresión de que ocurren crímenes, algo que ahora no existe”, afirmó Leonardo Chalupowicz, residente de ese lugar desde hace 17 años.

El rechazo es generalizado. Hace unos días el Concejo Vecinal de Silver Lake aprobó con un voto unánime enviar una solicitud a la Policía de Los Ángeles y a la oficina del concejal Eric Garcetti, representante del vecindario en el Cabildo, retirar las láminas que consideran “homofóbicas”.

“Es ofensivo porque se pusieron para controlar a la comunidad gay, pero ya no se necesitan”, dijo Claudia Vázquez, quien vivió ahí durante más de dos años y quien afirma que el lenguaje de la norma no es claro. “Alguien buscando una dirección y que pasa varias veces por una calle puede ser detenido por un policía”, mencionó.

A través de un comunicado, el concejal Garcetti aseguró que está trabajando con los habitantes de Silver Lake para alcanzar “una solución que refleje los enormes cambios en el vecindario desde que esos carteles fueron colocados en 1997”.

Hasta el cierre de esta edición los letreros seguían ahí.