Meta: anticipar sismos

Científicos por identificar lugares con mayor probabilidad de que ocurran terremotos

En su búsqueda continua para poder anticipar mejor los terremotos, los científicos se han embarcado en un experimento muy ambicioso: identificar los lugares con mayor probabilidad de que ocurran terremotos de 4.9 de magnitud o más en las zonas de actividad sísmica de California, durante un período de cinco años.

Media docena de equipos decidieron participar en este proyecto. Desarrollaron sofisticados modelos de computación, presentaron sus mejores vaticinios y quedaron a la espera. Como parte de las reglas básicas, los científicos no podían cambiar sus pronósticos, los que luego se comparaban contra los terremotos reales que tuvieron lugar durante el período de estudio.

El objetivo era determinar si esta manera de identificar un punto sísmico clave era confiable, antes de comenzara a sacudirse la tierra.

El objetivo del ejercicio, que comenzó en el año 2006 y finalizó en diciembre del año pasado, no era pronosticar terremotos, lo que continúa siendo algo muy esquivo. En vez, se les pidió a los investigadores que identificaran las regiones con mayor probabilidad de que ocurriera un terremoto, teniendo en cuenta sus antecedentes sísmicos, la actividad en las líneas de las fallas y otros factores. Se dividió el estado en 7,700 secciones y los equipos debían indicar la probabilidad de que ocurrieran terremotos de varias magnitudes en cada una de estas secciones.

Durante el período de prueba, hubo 31 terremotos de más de 4.9 de magnitud que sacudieron al estado, incluyendo la región metropolitana de Los Ángeles, el área de la Bahía de San Francisco y la costa del Norte de California. El terremoto más grande fue el que tuvo lugar durante la Pascua del 2010, que se centró en Baja California y generó importantes réplicas junto a la frontera entre EE. UU. y México.

¿Y cómo les fue a los investigadores con sus pronósticos?

“Ningún modelo en particular se llevó todos los premios”, dijo el sismólogo John Vidale de la Universidad de Washington que no formó parte de ningún grupo.

La sismóloga Sue Hough, del Servicio Geológico de EE. UU. coincidió con esta afirmación. El experimento demuestra “lo difícil que resulta incluso evaluar rigurosamente el éxito de los métodos de predicción”, dijo.

Según una evaluación, los tres grupos que tomaron en cuenta todos los terremotos ocurridos en el pasado, sin importar su tamaño, tuvieron mejores resultados que el resto de los grupos. Uno de ellos analizó el desempeño y publicó el lunes los resultados en Internet en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

Algunos científicos cuestionaron si los equipos que participaron del proyecto podían ser designados como evaluadores. Uno de los líderes del estudio, Donald Turcotte de la Universidad de California, Davis, dijo que eso era inevitable dada la cercanía de los miembros de la comunidad de ciencias sísmicas.

“Es imposible encontrar personas con experiencia que no hayan participado en el experimento”, señaló.

Jeremy Zechar de la Universidad del Sur de California, que lidera su propia evaluación, manifestó sus reservas con el criterio de evaluación usado por el equipo de Turcotte para medir el éxito. Dicho criterio se estableció una vez ya comenzado el experimento y no fue parte del criterio original convenido por los participantes.

El sismólogo David Jackson de la Universidad de California, Los Ángeles, asoció el experimento al fútbol infantil.

No hay “ganadores ni perdedores oficiales, pero se está muy pendiente de los resultados desde fuera del campo de juego” para identificar las fortalezas y las debilidades de las diferentes teorías sísmicas, señaló Jackson.

Si bien los científicos no pueden determinar con certeza y exactitud cuándo y dónde ocurrirá el próximo terremoto, tienen una idea clara sobre el comportamiento de un terremoto. Por ejemplo, un gran terremoto generará réplicas menores en la misma zona. Todavía hay mucho por saber, como por ejemplo, si los terremotos demasiado pequeños que no son percibidos juegan un papel importante a la hora de aumentar la probabilidad de que ocurra un terremoto mayor.

Al geofísico John Ebel de Boston College no le sorprendió que su trabajo se ubicara en los puestos más bajos del estudio porque realizó suposiciones sencillas.

“Todavía hay muchas cosas que no comprendemos”, señaló Ebel.

Desde que finalizó el experimento en California, los científicos están aplicando las lecciones aprendidas de un proyecto semejante que se está llevando a cabo actualmente a nivel internacional .

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