Mujeres sin opciones tras dejar prisión

Pocas son las organizaciones en el estado que se esfuerzan por brindarles apoyo

SACRAMENTO.- La parte más difícil para las mujeres que deja una prisión estatal es encontrar empleo. La falta de ocupación las hace caer de nuevo y volver al encarcelamiento.

“Llevo año y medio buscando. He aplicado por donde quiera pero la gente no nos quiere dar empleo; y a quienes hemos sido sentenciadas por drogas, no nos dan estampillas para comprar alimentos”, sostiene una exconvicta hispana que pide no usar su nombre para evitar perjudicarla en su búsqueda por reintegrarse a la sociedad. “Por eso es que muchas veces vamos para atrás a vender drogas. Tenemos buenas intenciones pero la gente no nos quiere dar chanza [oportunidad]”.

“Eugenia” nació y creció en el condado de Orange. Dejó la prisión estatal de Chowchilla en enero de 2010.

En los últimos 20 años de sus 54 ha entrado y salido de las prisiones estatales siete veces por cargos relacionados con drogas.

“Es difícil rehabilitarse en la prisión porque adentro se vende droga. La introducen los propios policías, los cocineros, las enfermeras y los mismos empleados”, señala.

Pero la penúltima vez que estuvo en la prisión pudo tener acceso a un programa de rehabilitación para dejar las drogas.

“Yo consumía y vendía todo tipo de drogas en la calle; y en la prisión, a veces los programas para dejar las drogas están llenos. Yo tuve que esperar para entrar”, comenta.

Como parte de sus planes para reducir la sobrepoblación en las cárceles, el Departamento de Prisiones (CDCR) anunció hace unos días que liberarán a miles de mujeres presas que no han cometido delitos serios, violentos o de abuso sexual. Las autoridades de las prisiones estiman que 45% de las 9,780 mujeres en prisiones estatales son elegibles para salir y ser enviadas a sus casas o residencias designadas con monitoreo electrónico.

Las mujeres presas son una pequeña población presidiaria si se compara con los 153,196 hombres recluidos en las cárceles estatales.

“Para que estas mujeres puedan sobrevivir afuera y no vuelvan a caer en las drogas y en la prostitución, necesitamos asegurarnos que al salir encuentren un ambiente seguro en la comunidad con un buen programa de recuperación de sus adicciones, vivienda, empleo y asistencia en general”, dijo Deirdre Wilson, coordinadora de la Coalición para Mujeres Prisioneras de California.

Muchas mujeres no saben cómo manejar su vida al salir de la prisión y se convierte en algo rutinario entrar y salir de dichos centros, expuso.

De acuerdo con estadísticas del Departamento de Prisiones, de las 9,780 mujeres en prisión, 31.2% son hispanas, 35% blancas y 28.3% afroamericanas. La mayoría de las presas están entre los 25 y 49 años de edad; 3,220 son de Los Ángeles. Dos tercios tienen hijos.

El principal crimen que las lleva a prisión es la droga, precisó Wilson. “El 90% de ellas sufrieron abuso cuando eran niñas, o tuvieron una relación de abuso. Por eso es importante que reciban ayuda para mejorar su autoestima y que puedan encontrar un trabajo”, recalcó.

En el estado hay muy pocas organizaciones no lucrativas, consideradas un modelo, como la que dirige en el Sur de Los Ángeles Susan Burton, directora de Una Nueva Forma de Vida (A New Form of Life), que ayuda a mujeres que dejan la prisión o la cárcel a reintegrarse a la comunidad con vivienda temporal, escuela, empleo y a recuperar a sus hijos.

“Las recogemos de la prisión, las traemos a un hogar, los ayudamos con sus papeles, a obtener su seguro social, a reunirse con sus hijos, las apoyamos para que vayan a la escuela y a que encuentren un empleo”, explicó Burton.

Indicó que en promedio reciben a 55 mujeres por año y un 80% de ellas tienen éxito en reintegrarse a la sociedad.

“La mayor preocupación de las mujeres que salen de las prisiones es mantenerse limpias, no caer en las drogas, tener un trabajito y quieren a sus hijos con ellas de regreso”, explicó Evelyn Ayala, una entusiasta trabajadora social de A New Form of Life, quien agregó que tiene cinco casas en Los Ángeles para las mujeres que quedan libres.

El gobernador Jerry Brown respondió a las órdenes de jueces federales de reducir la sobrepoblación en las prisiones estatales en al menos 33,000 reos en los próximos dos años, con un plan que comenzará en octubre para transferir a los presos no peligrosos de las prisiones estatales a las cárceles locales. Gran parte de esos reos son mujeres.

Emily Harris, coordinadora de Californianos Unidos por un Presupuesto Responsable, una alianza estatal de 40 organizaciones enfocadas en reducir el hacinamiento, afirmó que con el plan de Brown los condados tendrán dos opciones: responder ampliando la capacidad de las prisiones como ya lo están haciendo algunos; o invertir dinero en programas alternativos de rehabilitación, vivienda y empleo que suelen tener más éxito.

Solo en Los Ángeles se espera que sean transferidos a las cárceles locales 11,000 prisioneros en el curso de los dos siguientes años.

California es el estado que tiene la población más grande de mujeres en las prisiones, las cuales albergan en sus dos prisiones femeniles que tienen en el Valle Central, Chowchilla y la Prisión Estatal para Mujeres del Valle, además del Instituto para Mujeres de California en Corona.

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