Obsesión perniciosa

Un cuerpo delgado no significa siempre un cuerpo saludable

“Antes muerta que gorda”. Aunque suene terriblemente extremista, resulta muy común en la actualidad escuchar esta frase de labios de muchas jovencitas.

No es para menos: hoy, entre la población femenina en general, prevalece la idea de que la belleza se mide en tallas.

Muchas mujeres viven preocupadas por lo que comen y se obsesionan de tal manera que su vida gira en torno a la comida y lo que esta podría ocasionar en su cuerpo. Preparan sus menús meticulosamente para que nada de lo que consuman se salga de su control y a toda costa evitan las invitaciones a restaurantes donde, por obligación, tengan que romper su dieta.

Quizás en un principio todo empieza por el simple deseo de cuidarse, guardar la línea o bajar un par de kilitos, nada más; sin embargo, al pasar el tiempo esto ya no les parece suficiente. Poco a poco, su temor a engordar las lleva a tomar medidas mucho más drásticas como dejar de comer por completo o tomar laxantes, diuréticos e incluso provocarse el vómito.

Su exagerado deseo por verse “bien”, tal como lo dicta la moda, las conduce hacia trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia. Aunque este tipo de padecimientos parecieran estar centrados en el físico, lo que más destruyen es el alma de las personas. Y es que, a pesar de que traen consigo evidentes y graves daños físicos, interiormente los sentimientos tortuosos que sufren quienes las padecen, son mucho mayores.

Aquí mostramos una guía para entender estos trastornos mucho mejor:

Por lo general, las chicas que la padecen buscan la perfección, se ponen expectativas muy altas y sienten que siempre tienen que demostrar su competencia.

Por otra parte, creen que el único control que tienen sobre sus vidas está en la esfera del peso y la comida. Para ellas, pensar en calorías y perder peso es una manera de bloquear sus emociones y sentimientos.

Creen que ponerse a dieta y dejar de comer, es más fácil que enfrentarse a sus problemas.

Síntomas

Negación a mantener el peso corporal en un nivel normal mínimo esperado o por encima del nivel correspondiente a su edad y talla.

Intenso temor a subir de peso o ponerse gorda.

En las mujeres puede presentarse amenorrea (así llamada la falta de periodos menstruales consecutivos)

Se caracteriza por un ciclo en el que se come en exceso, conocido como “atracón”, seguido por una conducta purgativa y/o compensatoria que pretende deshacerse de las calorías ingeridas.

Hay dos tipos de bulimia:

Purgativa: cuando se usa el vómito o laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

No Purgativa: cuando se emplean otras conductas como sacarse la comida de la boca, el ayuno o el ejercicio intenso, sin recurrir regularmente a provocarse el vómito o el uso de laxantes.

Las personas que sufren de trastornos alimentarios son inseguras de su propio valor, que necesitan constantemente de la aprobación de los demás. Hacen todo lo necesario para complacer a otros, negando incluso sus propios deseos y necesidades. Las consecuencias en estos casos son:

Amenorrea, infertilidad, afecciones cardiacas, problemas dentales, hemorroides, estreñimiento, depresión, aislamiento y hasta la muerte.

La psicóloga Araceli Aizpuru, Directora de la Fundación y Clínica Ellen West-Juvat, Centro para el estudio, prevención y tratamiento de los trastornos alimentarios, señala que “de acuerdo con las encuestas y estadísticas realizadas en las escuelas, 70% de las niñas de secundaria están a dieta, aunque no tengan que bajar de peso. La mayoría de ellas se sienten gordas y están más delgadas de lo que ellas piensan”.

Además advierte que quienes sufren de anorexia o bulimia “saben que algo anda mal, pero prefieren seguir así, a estar gordas”.

“Creen que no es una enfermedad, que solas pueden controlarla, que lo único que necesitan es fuerza de voluntad. Además les da vergüenza comentarlo. Lamentablemente, todos estos pensamientos hacen que se retrase la búsqueda de ayuda”.

El tratamiento que necesita una persona que sufre de algún trastorno de la alimentación, debe ser integral: que incluya la parte sicológica, médica y nutricional.

Y lo más importante es que la familia participe de este proceso, ya que resulta un gran apoyo en la recuperación, porque es durante este proceso cuando más se necesita del respeto, amor y comprensión de los seres queridos para fortalecer la autoestima y recuperar el verdadero peso como ser humano.

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