Sicilia en Washington

WASHINGTON, D.C.- El poeta Javier Sicilia se fuma un cigarrillo a la salida del Instituto México del Woodrow Wilson Center. En el lluvioso otoño de Washington, es difícil no encontrar nostalgia, pero en su caso se acompaña también de la esperanza de hallar aliados en Estados Unidos. No en oficinas gubernamentales, sino en las calles.

Ha sido un día largo, reuniones en la Casa Blanca con Dan Restrepo, director para asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional; intervenciones en audiencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y un diálogo en centros académicos.

De su cuello cuelgan cadenas con diferentes símbolos y materiales, quizás una de las pruebas físicas de los más de 11 mil kilómetros recorridos en la caravana del Movimiento por la Paz, Justicia y Dignidad en México, que ahora lo trajo hasta aquí.

“Todavía nos falta, creo que por parte de CIDH fueron mucho más sensibles a nuestros problemas, que los funcionarios que hemos visitado. Pero tengo más confianza en la capacidad de la gente para presionar a los funcionarios y sus gobernantes, que en ellos. Así se cambian las políticas, sobre todo en cuanto a la estrategia de seguridad bilateral”, dijo Sicilia a La Opiniónal hablar de su reunión con Restrepo.

Al ser consultado sobre posibles esfuerzos para estrechar lazos con el público estadounidense, en especial con quienes ya están en las calles, “los indignados”, el poeta reconoció que existe una oportunidad.

“El sustrato es el mismo. Estamos hasta la madre. El 1% de ellos, en nuestro país se traduce en un porcentaje mucho mayor. Tenemos muchas ganas de conversar con este grupo. Ojalá tengamos un espacio para verlos. Somos hermanos y estamos trabajando por lo mismo. Ellos están tocando el sustrato del problema, porque el crimen tiene que ver con esto”, explicó.

Sicilia no llegó solo a Washington. Lo acompañaron diferentes figuras del movimiento, entre ellos Emilio Álvarez-Icaza, activista de derechos humanos, y Julia Alonso Carvajal, quien tiene a su hijo desaparecido hace casi cuatro años.

“Lo busqué con el gobierno. Durante todo ese tiempo anduve de una institución a otra. Nunca encontré una respuesta. Me uní al movimiento porque es el único que te ofrece escuchar y apoyar para la búsqueda de los desaparecidos. Como yo hay miles de madres buscando a sus hijos”, dijo.

“El movimiento es una apuesta a la esperanza. Como un cauce de expresar dolor e indignación. Decir 50 mil muertos es muy fácil, pero es el número de estadounidenses que murieron en Vietnam. A eso hay que agregarle el fenómenos de los desparecidos y los desplazados”, aseguró Álvarez-Icaza.

“Los miles de secuestros a los migrantes es una vergüenza. Muchos de ellos dejan huellas en los sistemas bancarios. Dónde ‘mierda’ está la gente detenida, de los millones de dólares que se ordeñan a las familias. Quién tienen esos dineros”, agregó.

El activista destacó que le han pedido al gobierno estadounidense que cambie el foco de su colaboración con México y la oriente en el tejido social y no solo en “enviar helicópteros”, aludiendo a la Iniciativa Mérida.

“Las armas son un problema de seguridad nacional. Eso también es responsabilidad de los ciudadanos estadounidenses. Es una industria inmoral. Tienen que presionar a su gobierno. Nos están matando”, enfatizó Sicilia al comentar sobre tráfico de armas.

Hoy los líderes del movimiento tienen reuniones con miembros del Departamento de Estado y del comité de relaciones exteriores de la Cámara de Representantes y el Senado para luego regresar a México.

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