Meta sencilla con camino duro que recorrer

Si eres de ascendencia latina, habrás oído la proverbial pregunta: ¿cuándo despertará el gigante dormido?

El “gigante” es el impresionante potencial de los latinos frente a las urnas electorales, potencial que sigue latente, sin realizarse. A veces, nuestra comunidad se gana esta distinción con su apatía electoral, pero muchas otras, es el resultado de nuestra legislación. Durante años, se han desplegado contra los latinos y otros grupos étnicos, técnicas de supresión del voto, las cuales les han impedido la máxima expresión de su potencial electoral.

Así como con otros votantes, hay que inspirar a los latinos y hacer que se involucren con aquellos que aspiran a ocupar un cargo público. Queremos saber cuál es la posición que defiende el/la candidato/a en cuanto a los temas de interés y que acate la responsabilidad de realzar ciertas normas morales y éticas.

Por desgracia, unos cientos de miles de votantes latinos en Texas no tendrán esta oportunidad si el Partido Republicano sale con las suyas. Los dirigentes republicanos en Austin han acorralado a los electores latinos en distritos electorales manipulados, tanto estatales como federales, lo cual diluye el poder de su voto y les silencia la voz. No tienen la menor posibilidad de elegir a su candidato preferido. El juego está hecho antes de siquiera presentar el primer voto.

¿Por qué? Porque una vez cada década, el estado de Texas vuelve a trazar sus límites distritales para las elecciones al Congreso y las legislativas, con el fin de reflejar la población cambiante del estado. Nuestra población se ha disparado de los 20 millones a los 25.1 millones en los últimos diez años. Como resultado, Texas se ganó cuatro escaños nuevos en el Congreso, su mayor aumento por motivo de la población desde los días de la reconstrucción después de la guerra civil. De aquel crecimiento, el 89 % no era blanco; un total del 65% era latino.

Los dirigentes republicanos en Austin no pudieron con este aumento. A pesar del hecho que los latinos eran la fuerza motora del crecimiento del estado de Texas, el plan del estado en cuanto al Congreso federal aumentó el control republicano de la delegación, al concederles a cuatro personas blancas los cuatro escaños, lo cual deja ningún nuevo escaño con representación latina o africano-americana a pesar de su aumento en la población. Este plan se repitió en cuanto a la Cámara estatal: los republicanos codificaron legislación para cimentar su reciente auge electoral, a la vez que eliminaron un escaño históricamente latino en representación de Corpus Christi, y perjudicaron la representación latina por varios distritos del estado.

En vez de dar acogida a la diversidad, los republicanos aprovecharon su mayoría política para trazar distritos que llevarían a elegir a mayores números de republicanos – la mayoría blancos – con el resultado que han contravenido la realidad y expuesto el mito de la inclusión de los hispanos y los africano-americanos en el partido. Lo que es peor, las autoridades republicanas se tomaron distritos históricos existentes que representan oportunidades electorales para personas de color, e hicieron muy difícil que la comunidad latina pudiera elegir a un candidato de su preferencia. No nos equivoquemos – en cuanto a esta maniobra, los únicos responsables son los republicanos. Son ellos los que trazaron los distritos electorales, son ellos quienes votaron por ellos en la Legislatura, los mapas los firmó el gobernador Rick Perry, y los está defendiendo ante una tribuna federal el fiscal estatal republicano, Greg Abbott. El único “apoyo bipartita” con el que cuentan son los dólares de los contribuyentes, los que están pagando las resultantes facturas legales.

Estas tácticas representan un partido republicano que está muy en conflicto con muchos latinos. Hace muy poco, los latinos eran un sector muy buscado por el Partido Republicano moderno. Hoy, los latinos son el remate del chiste en las recortadas frases de los debates entre los contendientes republicanos a la nominación presidencial. Peor aún, somos el objetivo de legislación malévola que apunta al corazón de nuestra cultura y nuestra comunidad.

La asamblea legislativa mexicano-americana, Mexican American Legislative Caucus (MALC) no se quedará de brazos cruzados para ser testigo de los intentos partidarios por silenciar las voces de la nueva mayoría en Texas. Hemos estado entre los primeros en poner una demanda y levantar un recurso judicial contra el estado por lo que llega a ser un mal concebido asalto contra las comunidades de color. Estamos involucrados actualmente en juicios entablados en San Antonio y en Washington, D.C.

Nuestra meta es sencilla, pero el camino que tenemos que recorrer es duro. Las autoridades electas deben reflejar la creciente diversidad de nuestro gran estado. Sólo entonces podremos surtir impacto sobre las políticas que desproporcionadamente afectan a nuestra comunidad, como la financiación justa de la educación pública y la provisión de cuidados médicos a nuestros niños desprovistos de seguro médico.

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