Diáspora chilena en la Bahía

Dos premios Nobel entre los conferencistas de Encuentros 2011

BERKELEY.- Tras ganar en 1996 el premio Nobel en Física, Douglas D. Osheroff preguntó, en broma, al director académico de esa ciencia en la Universidad de Stanford si le darían un espacio de estacionamiento exclusivo como reconocimiento por su logro. La respuesta fue no.

Más aún, contó Osheroff, el director académico del departamento de Física le hizo notar que si concedieran a cada ganador del Nobel un cajón de estacionamiento, tendrían pronto que construir un edificio propio para los premiados.

Los dos años siguientes, otros dos profesores de Stanford obtuvieron sus respectivos premios Nobel de Física. En total, 19 científicos relacionados con esa universidad, asentada en Palo Alto, en el Área de la Bahía, han ganado el Nobel de Física -sin contar a otros tantos que han merecido el de Química, Economía o Medicina.

Osheroff contó la anécdota ante otro premio Nobel de Física, Charles H. Townes, éste adscrito a la Universidad de Berkeley. Entre ellos estaba Jorge Rufinelli, uno de los más sabios críticos de literatura y cine en Latinoamérica, quien fue escogido para moderar esa charla por una particularidad de su currículum: se le ha vuelto rutina platicar y entrevistar a premios Nobel.

Ocurrió esto en una conferencia de Encuentros, la más grande asamblea de profesionales, estudiantes y empresarios chilenos del mundo, celebrada ya por cinco años consecutivos, por cierto, nunca en Chile.

“Tendríamos que organizar una allí”, respondió Daniel Almonacid, presidente de la conferencia, como si apenas en ese momento reflexionara sobre esta particularidad itinerante de Encuentros, que los cuatro años anteriores se realizaron dos veces en Alemania, una en Italia y otra en Inglaterra; en 2012 la cita será en París.

Este año la reunión fue en la Universidad de Berkeley. Los participantes fueron más de 200. Por tres días hubo conferencias, discusiones y también paseos; los asuntos tratados fueron de las artes a la economía; también se habló de ingeniería, política, leyes, medicina, ciencias computacionales. Los reunidos eran doctores y maestros, muchos egresados de las más prestigiadas universidades del mundo; gente joven en general, cada uno con impresionantes credenciales académicas y una idea, al menos, que comentar.

La itinerancia de Encuentros no es fortuita. A la histórica causa del exilio por la dictadura pinochetista, se agrega, según reveló el propio Almonacid en junio de este año en una carta al periódico El Mercurio, de Chile, el desinterés de la iniciativa privada y el gobierno por esta comunidad pensante en el extranjero.

El colmo es que muchos de estos universitarios salieron de Chile becados por el propio gobierno, comentó Almonacid -él mismo, hoy habitante de San Francisco, está en esa situación.

“Sin duda, el mayor desafío que enfrentamos años tras año, es el de convencer a agencias gubernamentales y ejecutivos de grandes empresas a que se sumen como auspiciadores de iniciativas con esta envergadura”, dice la carta publicada por El Mercurio.

Migrantes, errabundos, diáspora, los chilenos de Encuentros, según parece, insistirán en conectar con su país. Esta vez, la ex presidenta Michelle Bachelet estaba anunciada para Encuentros; pero canceló.

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