Noriega pasa primera noche en nueva cárcel

Es el preso más viejo del país tras ser extraditado desde Francia

Una venta de periódicos en céntrica avenida de Ciudad de Panamá, con la noticia de que el exgeneral Manuel Antonio Noriega había llegado el domingo  al país.

Una venta de periódicos en céntrica avenida de Ciudad de Panamá, con la noticia de que el exgeneral Manuel Antonio Noriega había llegado el domingo al país. Crédito: EFE

CIUDA DE PANAMÁ, Panamá (EFE).- El exdictador Manuel Antonio Noriega pasó su primera noche en una cárcel en Panamá tras ser extraditado este domingo de Francia, mientras aumentan las peticiones de justicia con su regreso al país después de casi 22 años de ausencia.

Noriega, que tiene 77 años y algunas secuelas físicas de un accidente vascular, es el preso más viejo que hay en Panamá, según reconoció ayer la ministra panameña de Gobierno, Roxana Méndez, de quien depende el sistema penal del país.

“Yo no he visto a nadie de una edad tan avanzada como este señor en ninguna de las cárceles de Panamá”, dijo la ministra sobre el que fue el “hombre fuerte” de Panamá de 1983 a 1989, el verdadero poder detrás de los gobiernos de turno.

El exdictador, que fue condenado en ausencia a penas que suman más de 60 años por delitos que van desde instigar el asesinato al tráfico de personas, está recluido en la prisión de seguridad media El Renacer, a orillas del canal de Panamá, en una zona selvática a unos 40 kilómetros de la capital que hasta el año 2000 estaba bajo el control del Ejército de EEUU.

Según la ministra Méndez, Noriega “está mayor, en condiciones físicas vulnerables, pero está sano y puede cumplir sus penas”.

“El señor está ahí, ya todos lo vieron (…) se le dio una celda individual, sencilla, con la única particularidad de que tiene su baño, pero sin ningún lujo”, destacó Méndez a los medios locales.

La ministra concedió ayer entrevistas a varios medios también para explicar que el hecho de que este domingo se introdujera un señuelo en la prisión, media hora antes de que llegara el “verdadero” Noriega, sin que los camarógrafos pudieran captar bien su imagen, se debió a medidas de seguridad para evitar un atentado.

“Para nosotros lo más importante era resguardar su seguridad”, dijo la ministra, que indicó que aunque hubieran querido que los medios obtuvieran imágenes claras de Noriega, la policía montó su estrategia de modo que “si alguien hubiera querido matarlo ahí, si hubiera habido algún infiltrado, se le hubiera identificado”.

Ahora, pese a ser alguien “especial”, Noriega “tiene que acogerse al reglamento del centro penitenciario” y, a menos que haya un aviso de amenaza, algo que no se ha dado, seguir una rutina como uno más de los reclusos, haciendo la fila para las comidas, participando en las actividades y manteniendo contacto con los demás reos, explicó.

La ministra se mostró complacida porque el regreso del exgeneral ha servido para hacer una “revisión histórica” y refrescar la memoria sobre lo que pasó durante la dictadura militar (1968-1989).

“A mucha gente en este país se le olvidó, o nunca supo, lo que la dictadura representó”, y es importante recordar esa época para “valorar lo que tenemos en democracia y que nunca más volvamos a sufrirla”, afirmó.

Noriega, que ha cumplido más de 20 años de cárcel en Estados Unidos y Francia por narcotráfico y lavado de dinero, ahora debe afrontar “los delitos que cometió en este país y cumplirlos en este país”, aseguró Méndez, que recordó que también tiene “otros procesos pendientes con la justicia panameña”.

La “revisión histórica” propiciada por el regreso de Noriega ha llevado a otras personas a reivindicar las figuras de sus familiares y pedir justicia para otras víctimas de la dictadura.

En un anuncio pagado en la prensa local, varios exoficiales de las antiguas Fuerzas de Defensa, que en marzo de 1988 intentaron derrocar a Noriega, aseguraron ayer que nunca se arrepentirán de ello, y le recordaron que él puede estar tranquilo en su celda sin sufrir las torturas, humillaciones y persecuciones que sufrieron ellos y su familia.

También Susana Ortega, hija del subteniente Ismael Ortega, ejecutado junto a otros 10 compañeros de armas por militares leales a Noriega tras otro frustrado intento de golpe el 3 de octubre de 1989, reivindicó el nombre de las víctimas de este caso, conocido como la “matanza de Allbrook”.

La mujer, que tenía 16 años cuando su padre fue asesinado, dijo en nombre de las “viudas y huérfanos” de ese caso que los sublevados no fueron traidores sino héroes, y pidió a Noriega que si prometió venir a demostrar su inocencia, que “hable” y diga “quién apretó el gatillo”.

El exprocurador general Rogelio Cruz afirmó que Noriega, por las intenciones que han expresado sus abogados, tiene el derecho a pedir la revisión de sus condenas en ausencia, pero indicó que “es un embudo con una boquita muy angosta”.

El exdictador fue el último general que sojuzgó Panamá durante el periodo dictatorial inaugurado en 1968 por un golpe encabezado por el general Omar Torrijos, fallecido en 1981.

Suscribite al boletín de Noticias

Recibe gratis las noticias más importantes diariamente en tu email

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y Google Política de privacidad y Se aplican las Condiciones de servicio.

¡Muchas gracias!

Más sobre este tema
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain