En Boyle Heights una escuela da en la clave

La Neighborhood Music School busca reclutar alumnos de su comunidad

Vanessa Martínez, estudiante de la Neighborhood Music School, practica el violín.  La escuela fundada en 1914 ofrece sus clases  en una casa victoriana sobre la Avenida Boyle de Boyle Heights desde 1947.

Vanessa Martínez, estudiante de la Neighborhood Music School, practica el violín. La escuela fundada en 1914 ofrece sus clases en una casa victoriana sobre la Avenida Boyle de Boyle Heights desde 1947. Crédito: Daniel Vidal / Pulso de Boyle Heights

En una casa de estilo victoriano de Boyle Avenue siempre hay música. El sonido del piano llena la casa cuando uno atraviesa la ruidosa puerta principal de madera. La casa tiene un piano en casi todas las habitaciones, incluso en la cocina. Los estudiantes se apuran a registrar su llegada y comenzar las lecciones, mientras los padres se sientan a esperar pacientemente en la sala.

La Neighborhood Music School, escuela de música fundada en 1914 por Pearle Irene Odell, tuvo sus inicios, como no podía ser de otra manera, en la calle Mozart. En 1947 la escuela se mudó a su dirección actual en el 358 S de la avenida Boyle, en el vecindario de Boyle Heights al este del centro de Los Ángeles.

La escuela sin fines de lucro siempre se concentró en la enseñanza de música clásica. Cobra una tarifa modesta de 16 dólares por una clase particular de media hora. Depende de músicos profesionales para ofrecer estas lecciones de costo reducido a jóvenes que de otra forma no podrían costearse las clases.

Si bien el nombre en inglés de la escuela, Neighborhood Music School, significa escuela de música del vecindario, son pocos los estudiantes de Boyle Heights que participan. Y es menor todavía la cantidad de estudiantes que asiste a clases comparado con la capacidad de la escuela. Un motivo puede ser que hasta hace poco tiempo, la escuela de música no había hecho una buena inversión en los programas de extensión a la comunidad. Según la declaración impositiva de la escuela del 2010, la escuela gastó solamente 177 dólares en publicidad el año anterior.

Bajo la nueva dirección de la escuela, ahora se espera que un plan de reclutamiento y las nuevas clases sobre géneros más populares ayuden a captar una mayor cantidad de músicos jóvenes de la comunidad.

Cuando Wendy Kikkert asumió su cargo en abril como administradora de la escuela se dio cuenta de que solo el 22 por ciento de los estudiantes era de Boyle Heights. La mayoría provenía de Montebello, South Pasadena, Alhambra y Highland Park.

La escuela sin fines de lucro ha pasado por varios directores ejecutivos y presidentes de la junta en los últimos 10 años. Serge Kasimoff, vicepresidente de la junta de directores, afirma que en la actualidad, “nuestro objetivo es organizarnos mejor”.

Como forma de aumentar la cantidad de estudiantes de la comunidad de Boyle Heights, este año Kikkert promocionó activamente un programa de verano, cuyo objetivo fue llegar a las escuelas, clubes de jóvenes y bibliotecas de la zona. Afirma que a través del programa de verano los principiantes pudieron comenzar a experimentar con la música a un precio reducido, y también fue una oportunidad para que la comunidad conociera a la escuela de música.

Kikkert señala que esa estrategia valió la pena. De los 140 estudiantes que se inscribieron el verano pasado, 91 eran nuevos y provenían de Boyle Heights. El año pasado el programa de verano contó solamente con 60 estudiantes.

El éxito del programa de verano también conllevó a que más estudiantes se inscribieran durante el año escolar. Este otoño se inscribieron 159 estudiantes en clases particulares, mientras que el año pasado fueron 133. De los estudiantes anotados este otoño, 17 llegaron por primera vez a la escuela a través del programa de verano.

Por primera vez en muchos años, la escuela estableció un plan de desarrollo a cinco años que hace énfasis en los vínculos con la comunidad. La escuela ofrecerá clases grupales y becas para aquellos que lo necesiten, “para ayudar a aumentar la cantidad de estudiantes que pertenecen a la comunidad cercana”, señala Kikkert.

Este mes la escuela está recibiendo solicitudes para la próxima sesión de audiciones para becas, que se realizará el 14 de enero. Las nuevas clases grupales de guitarra, teclado, violín y coro comienzan el 7 de febrero.

Además, la escuela piensa ofrecer diferentes tipos de clases de música para aumentar su atractivo en Boyle Heights. Por ejemplo, Kikkert está considerando contratar a un profesor para que enseñe jarocho, el estilo de música folklórica tradicional de Veracruz, México. Y uno de los profesores ya está enseñando canciones de rock como Voodoo Child de Jimi Hendrix, además de Beethoven.

“Los profesores son uno de los principales motivos por los que los estudiantes continúan en la escuela”, dice Bernard León, encargado de la oficina, que estudió en la escuela desde que tenía 4 años.

En cuanto a los profesores de música, la mayoría son músicos profesionales que se desempeñan como educadores, compositores y artistas.

Sarah Fuller comenzó a enseñar en la Neighborhood Music School durante el programa de verano de este año. Espera darles a los estudiantes “disciplina y un lugar donde canalizar positivamente sus vidas”, además de “aprender a concentrarse en algo que realmente les gusta”.

Mickey Fruchter, de 72 años, enseña en esta escuela de música desde hace más de 50 años. Para él, “es muy gratificante ver a los estudiantes crecer musicalmente y poder transmitirles esa pasión”.

Celina Hishioka, de 12 años, heredó esa pasión. Toca el piano y el violín en la escuela desde que tenía 7 años. Muchas veces se queda levantada hasta después de la medianoche para finalizar sus tareas en la casa después de practicar su música, dice Hishioka, que espera estudiar música en la universidad.

Algunos padres quieren que sus hijos sigan sus pasos en el campo musical. Yamileth Martínez, de 7 años, apoya el mentón en su pequeño violín y sonríe mientras aprende una nueva canción. Su padre es mariachi.

Si bien la mayoría de los estudiantes de la escuela de música es joven, también hay adultos que toman clases. Marvin Santizo, de 47 años y conductor de camiones, viaja 70 millas desde la Zona Central de California y siempre logra llegar a su lección de los viernes a las 7 p.m.

Santizo comenzó a asistir a la escuela de música cuando su hijo empezó a aprender a tocar el violín. En vez de esperar por su hijo en la sala, él también decidió tomar clases. Hace siete años que toca el violín. “Hago todo lo posible por practicar, ya que disfruto mucho con la música”, dice.

Hay una gran variedad de instrumentos para aprender a tocar en la Neighborhood Music School, entre ellos el piano, el violín, la viola y voz, el bajo, la flauta, la guitarra y los teclados. Las lecciones particulares se cobran por secciones de media hora, y las clases grupales y en conjunto se cobran por mes.

Considerando que se están recortando muchos programas musicales en las escuelas públicas, León señala que la escuela de música desea colaborar para llenar ese vacío. Fruchter simplemente desea compartir su pasión por la música con los estudiantes. “No puedo imaginarme la vida sin música”.

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