Alternativas para ganarse la vida

Unos deben trabajar en un campo diferente a su profesión, otros combinan empleos para sumar al ingreso familiar

Héctor Oliveras, dueño de una floristería en Puerto Rico.

Héctor Oliveras, dueño de una floristería en Puerto Rico. Crédito: Manuel Ernesto Rivera

SAN JUAN, Puerto Rico – La deteriorada economía local llevó a un maestro de inglés a emprender un nuevo camino.

Ante la poca paga en su especialidad, Héctor Oliveras, de 28 años y quien obtuvo en 2008 un bachillerato en agronomía de la Universidad de Puerto Rico, comenzó a trabajar recién graduado en su profesión, pero al poco tiempo no le renovaron su contrato.

“Tan pronto me gradué comencé a trabajar en Pioneer que es una semillera, se trabajan las semillas por laboratorio para crear nuevas variedades”, explicó.

“Estuve un tiempo, pero la compañía no daba permanencias, se pasaban contratando y reduciendo personal y llegó un momento que no me renovaron contrato. Luego me llamaron y les dije que no porque la paga en Puerto Rico es de $9 la hora y eso es muy poco”, dijo Oliveras.

Luego de su primera experiencia de trabajo en su campo profesional, Oliveras se fue a trabajar como dependiente de una tienda de calzado y, poco tiempo después, comenzó a impartir clases en una escuela privada como profesor de inglés para estudiantes de tercer grado.

Pero el joven de un pueblo de la costa norte del país, Manatí, se cansó de viajar hacia el área metropolitana en momentos en que la gasolina alcanzaba precios de niveles astronómicos y decidió utilizar sus ahorros para comprar una floristería, que en la actualidad opera con éxito.

Oliveras reconoció que con la crisis económica el negocio atraviesa altas y bajas, pero no se arrepiente porque su ingreso es mayor.

De otra parte, Cynthia Santiago tiene dos trabajos para cumplir con sus compromisos y proveer el sustento de su hogar. Santiago, quien es divorciada, es una empleada del gobierno en Rehabilitación Vocacional, donde genera ingresos de alrededor de $2,100 mensuales, pero con las deducciones su ganancia neta es de unos $1,300.

“¿Por qué tú crees que tengo otro trabajo? No es fácil, pero tengo que hacerlo para sacar a mi familia adelante”, destacó Santiago, de 41 años.

Madre de una adolescente de 14 años y un joven de 17, Santiago también trabaja como bartender en actividades privadas del Club Náutico de San Juan.

Su salario allí depende en parte de las propinas y estas no son obligatorias. Su paga es de $90 por actividad.

“No todos los clientes dejan propinas. A veces trabajo una o dos veces a la semana y ahora en Navidad es que trabajo mucho”, indicó.

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