El secreto para cumplir 78 años casados

Esa es la duración de un matrimonio español entre un hombre y una mujer ambos de 103 años

José Pascua y Antonia Patino.

José Pascua y Antonia Patino. Crédito: EFE

Hinojosa de Duero – Nacieron en la España de principios del siglo XX y contrajeron matrimonio en plena Segunda República- José Pascua y Antonia Patino se convirtieron hoy en todo un ejemplo de longevidad y perseverancia al llegar ambos a los 103 años, 78 de ellos casados.

Antonia y José, vecinos de la localidad española de Hinojosa de Duero (centro), nacieron en 1908, ella, el 14 de agosto, y él, el 21 de diciembre, así que hoy celebran su cumpleaños.

Algo de genética debe de haber tras esta longevidad, si se tiene en cuenta que uno de los hijos del matrimonio, Santiago, que ya ha fallecido, llegó a conocer a sus cuatro abuelos, a cuatro bisabuelos y a dos de sus tatarabuelos.

Además, los padres y los abuelos de Antonia vivieron todos ellos por encima de los 90 años e, incluso, un tío suyo superó su edad, al llegar hasta los 105 años, relata a

“Lo verdaderamente sorprendente es el estado de salud de ambos”, que a excepción del oído, que le falla un poco a José Pascua, tienen el resto de sentidos en perfecto estado, dice su hijo, Ángel Pascua.

El matrimonio, que tiene 16 nietos y 8 biznietos, lleva una vida normal en el pueblo e, incluso, hasta el año pasado han tenido un huerto en la parte de atrás de su casa.

Ahora, la huerta la atiende la familia, explica Antonia, quien compaginó a lo largo de su vida las labores del campo con las domésticas.

Al hacer memoria de los grandes acontecimientos vividos, José, que trabajó como agricultor y ferroviario, recuerda algunos positivos, como la llegada de la luz al pueblo; pero otros tristes, como la Guerra Civil española (1936-39).

José, que no se cansa de narrar historias de sus superiores, pasó la contienda a caballo entre las provincias de Ávila y Toledo (centro).

La pareja se ríe si le preguntan cuándo fue la primera vez que vieron una televisión- se la llevó su hijo y fue la primera del pueblo.

Al principio, confiesan, no la querían, pero a los pocos días ya estaban enganchados a la pequeña pantalla y en su casa se reunían los vecinos del pueblo, intrigados por el nuevo aparato.

Ahora, a los 103 años de edad, su afición cada noche es reunirse al calor del brasero para jugar una partida de cartas.

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