Crítica de cine ‘War Horse’: Caballo ganador

Steven Spielberg resucita@ el cine más melodramático en 'War Horse'.

Jeremy Irvine en una escena de 'War Horse'.

Jeremy Irvine en una escena de 'War Horse'. Crédito: Disney

War Horse, la adaptación teatral de la novela de Michael Morpurgo que en estos momentos está triunfando en teatros de Londres y Nueva York narra desde una perspectiva visual contemporánea -escasez de decorados, marionetas gigantes controladas por humanos visibles en el escenario, retroproyecciones escénicas…- la historia de amistad entre Albert y su caballo Joey, en la Inglaterra de finales de la segunda década del siglo XX.

El viaje emocional de los dos personajes recorre momentos de paz previos a la Primera Guerra Mundial, la explosión de la contienda bélica y su conclusión.

A la hora de llevar ese relato a la gran pantalla, Steven Spielberg se fue por el camino opuesto a la obra teatral con la intención de crear una cinta melodramática inspirada en el cine clásico de Hollywood, el de cineastas como John Ford (The Quiet Man) o Victor Fleming (Gone with the Wind), con situaciones de extrema intensidad emocional, fotografía preciosista y música exaltadora.

De ahí que War Horse no sea un filme apto para cínicos: su sencillez argumental -que muchos podrían definir como cursi- y su interés por exprimir y, por qué no, manipular descaradamente las emociones de la audiencia son indudables.

Pero nadie puede negarle a Spielberg -que esta semana también estrenó otra maravilla: The Adventures of Tintin- un don único y portentoso para poner en imágenes todo tipo de situaciones en toda clase de escenarios y situaciones, ya sean dramáticas (la separación de Albert y Joey), cómicas (Joey entrenando al caballo) o bélicas (todas y cada una de las extraordinarias batallas).

War Horse, que se estrena el domingo en todo el país y ha sido clasificada PG-13, contiene incontables secuencias que solo pueden calificarse de magistrales, la mayoría de las cuales acontecen durante la Primera Guerra Mundial: el duro episodio de los dos hermanos soldados alemanes, la determinación de Joey por liderar el traslado de cañones en el barro, su liberación tras quedar atrapado por parte de un solados alemán y otro inglés y, especialmente, la huída del equino galopando por trincheras en pleno ataque -una secuencia que se puede considerar como una de las mejores en la carrera de Steven Spielberg… sino la mejor-.

En cierta forma, se podría decir que Steven Spielberg no tiene vergüenza alguna a la hora de arrastrar al espectador a un mundo de clichés visuales y narrativos que, lo dejaré claro, integran un conjunto de indudable emotividad y extraordinario poder visual. No sé qué más se le puede pedir al cine.

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