Honran al ‘Cristo Mojado’

Guatemaltecos y centroamericanos rinden tributo al Cristo Negro

La réplica angelina del Cristo Negro, conocida como "Cristo Mojado", despierta gran devoción entre guatemaltecos y personas de otras nacionalidades.

La réplica angelina del Cristo Negro, conocida como "Cristo Mojado", despierta gran devoción entre guatemaltecos y personas de otras nacionalidades. Crédito: Ciro Cesar | La Opinión

En la parroquia de Santa Cecilia en Los Ángeles no cabía ni un alma.Cientos de feligreses colmaron el recinto la tarde de ayer con su devoción y fe en el Cristo Negro, una santa imagen que llegó a Estados Unidos como muchos de ellos, sin documentos.

Los fieles también lo llaman el “Cristo Mojado”, pues según cuenta Noé Cano, miembro de la Fraternidad del Señor de Esquipulas, esta réplica del Cristo Negro pasó la frontera sin documentos y en las espaldas de un guatemalteco. “El Cristo debía tener unos documentos que la Universidad de San Carlos en Guatemala le tenía que dar, pero era una serie de papeleos que complicaban mucho el asunto”, aseguró, Cano.

Sin papeles, el Cristo Negro se vino por tierra desde Guatemala, y haciendo el mismo recorrido que muchos centroamericanos. Pero cuando la imagen llegó a la frontera no lo dejaron pasar porque no tenía los documentos necesarios que lo autenticaba como una réplica del Cristo Negro original de Esquipulas. “Un señor mexicano se convirtió en el pollero de Cristo”, recordó Cano mientras sonríe.

Cano habla de Edgar Mata, un hombre que le propuso al grupo de guatemaltecos que traían la imagen, pasarlo por debajo de un puente entre la frontera mexicana y la estadounidense. Así fue como llegó este Cristo inmigrante a la comunidad angelina en el año 2002, y desde entonces miles de feligreses lo veneran cada año.

Las mujeres visten con sus mejores trajes típicos bordados a mano como los que usaban en Guatemala. “Yo vengo cada año porque él es parte de nosotros. El nos representa en este país, porque como la mayoría de nosotros llegó ilegal”, dijo emocionada Leticia Chile, originaria de Santo Domingo Xenacoj, un municipio indígena de Antigua Guatemala.

Y es que para el Juan Alberto Sandoval, historiador de la Universidad de San Carlos, en esta actividad no solo están presente la fe y devoción cristiana, también es parte de toda una identidad de un pueblo, indígenas guatemaltecos.

Ayer, mientras el Cristo Negro pasaba por las puertas de las parroquia, los cantos católicos se mezclaron con el sonido de la marimba. Mientras entre rezos y alabanzas, muchos platicaban en kakchiquel, dialecto que se habla en su tierra.

“Siempre traigo a mis hijos y sobrinos para que participen y no se pierda esto que es parte de nuestra cultura. Aunque vivamos en este país ellos tienen que aprender nuestras costumbres y nuestra lengua”, dijo Chile, mientras su hija Emily veía asombrada las alfombras multicolores que adornaban el suelo.

Desde muy temprano docenas de jóvenes se esforzaron en preparar las tradicionales alfombras, por donde pasaba la imagen en su recorrido por las calles de Los Ángeles. Poco a poco, el aserrín teñido de diversos colores le iba dando forma a quetzales, pericos, hostias, Cristos y hasta una Virgen de Guadalupe que también se coló en el diseño como muestra de lo que según Sandoval, es muestra de la integración cultural en este país.”Venimos a las seis de la mañana para elaborar esta alfombra (no tejida, y hecha con aserrín de diversos colores), que es una ofrenda para el Cristo Negro. Queremos revivir un poco de la cultura de nuestro país, y es un regalo para nuestra comunidad”, afirmó Germán Asij, quien participa en la elaboración de las alfombras desde que vivía en Guatemala.

Para el párroco, Jorge Ochoa, esta celebración no es solo el folkclore; va más allá de una mera tradición. El “Cristo inmigrante” ha pasado a ser parte de la identidad de muchos centroamericanos y una expresión de espiritualidad que comparte la comunidad”, señaló Ochoa, mientras señalaba las banderas de El Salvador, Honduras, Guatemala, y del resto de países centroamericanos que encabezaban la procesión.

“¡Viva el Cristo Negro!, ¡Viva Guatemala¡”, gritaban los feligreses, mientras a paso lento, el “Cristo Mojado” se abría paso entre la comunidad inmigrante.

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