De clase media pasan a vivir con cupones de alimentos

Algunos tienen títulos de educación superior y recuerdan su vida de clase media. Otros venden ropa interior o diseñan sitios en Internet. Son personas blancas, negras e hispanas; tanto jóvenes como ancianos, propietarios de viviendas como personas sin techo. ¿Qué tienen en común? Todos reciben cupones alimenticios.

Uno de cada siete estadounidenses recibió los beneficios de  asistencia alimenticia en 2011, la cifra más alta en toda la historia del país.

Uno de cada siete estadounidenses recibió los beneficios de asistencia alimenticia en 2011, la cifra más alta en toda la historia del país. Crédito: AP

Algunos tienen títulos de educación superior y recuerdan su vida de clase media. Otros venden ropa interior o diseñan sitios en Internet. Son personas blancas, negras e hispanas; tanto jóvenes como ancianos, propietarios de viviendas como personas sin techo. ¿Qué tienen en común? Todos reciben cupones alimenticios.

Al tiempo que el programa de cupones alimenticios se ha vuelto un tema polémico en las internas presidenciales del Partido Republicano, cuyos candidatos buscan asociar al presidente Barack Obama con las cifras récord del programa, The Associated Press entrevistó a beneficiarios de dicho programa en todo el país y determinó que muchos de ellos desearían que los críticos se pusieran un poco más en sus zapatos antes de emitir juicio.

La mayoría dijo que nunca esperó necesitar cupones alimenticios, pero la Gran Recesión, que terminó con millones de empleos, no dejó otra opción. Algunos tuvieron dificultades para aceptar la idea de recibir limosna, otros lo vieron como un derecho ganado luego de varios años de trabajar en empleos fijos. Todos desean volver a ganarse un cheque de paga y así no tener que necesitar más los cupones alimenticios.

“Nunca me había imaginado que recibiría cupones alimenticios”, señaló Christopher Jenks, que quedó sin techo en Minneapolis-St. Paul, espués de haber tenido una exitosa carrera en marketing y ventas.

Se negó a pedir cupones alimenticios durante varios años, incluso mendigó en la rampa de salida de una autopista antes de aceptar la realidad. Hace algunos meses, mientras vive en su automóvil, comenzó a recibir 200 dólares por mes.

“Es eso o la muerte”, dijo Jenks, que se crió en una familia blanca de clase media y perdió su empleo durante la recesión. “Quiero tener trabajo. Al igual que muchos otros estadounidenses que se han visto arrastrados en esta tragedia”.

En el año 2011, más de 45 millones de personas, lo que representa casi 1 en 7 estadounidenses, recibieron beneficios del Programa de Asistencia para la Alimentación Complementaria, la cifra más alta en la historia. En comparación con 3 años antes, menos de 31 millones de personas recibían esta ayuda. Los beneficiarios son 49%son blancos, 26%, 20% afroamericanos y 20% hispanos, según datos del censo.

La asistencia alimenticia se convirtió en un tema polémico de la campaña electoral, luego de las afirmaciones de los candidatos republicanos Newt Gingrich y Rick Santorum sobre los afro-estadounidenses, los pobres y Obama, a quien Gingrich llamó “el presidente con mayor cantidad de cupones alimenticios de la historia de EE.UU.”.

Los críticos acusaron a Gingrich de intentar captar votos mediante el uso de estereotipos raciales sobre las personas de raza negra que reciben beneficios de bienestar social, con comentarios como “la comunidad afroamericana debe exigir cheques de paga y no conformarse con cupones alimenticios”. Al ser cuestionado en un debate del Partido Republicano esta semana sobre si su retórica era un insulto, Gingrich insistió en que no lo era y recibió una ovación de pie por parte de la audiencia de Carolina del Sur.

Linda Miles se siente muy agradecida de recibir cupones alimenticios, aunque no está conforme con el motivo por el cual los recibe. Miles, que es de raza negra, ex miembro del Ejército y posee un título de maestría, fue despedida como docente sustituta en Philadelphia debido a los grandes recortes presupuestarios. Comenzó a recibir recientemente 200 dólares por mes para obtener alimentos.

“Los cupones alimenticios son fundamentales, especialmente con la situación económica que tenemos”, dijo. “Pago impuestos. No le robo nada al gobierno. He contribuido con la sociedad; soy veterana de guerra. No necesitaría cupones alimenticios si no me hubiera quedado sin empleo”.

Miles comenzó a realizar una pasantía sin goce de sueldo esta semana, y está certificada para trabajar en un centro de educación infantil, mientras busca un empleo permanente.

“No soy el tipo de persona que espera sentada hasta recibir el cheque”, dijo Miles. “Tengo un currículum de tres páginas de longitud”.

Ronnie McHugh estaba mirando el debate del Partido Republicano desde su hogar en Spring City, Pennsylvania. Cuando Gingrich recibió la ovación de pie. Se puso tan furiosa que apagó la televisión.

McHugh, quien agradece la existencia de un programa que ayuda a las personas que trabajaron toda su vida, tenía tenía un buen salario y un esposo que ganaba 150,000 dólares al año, cuando ambos fueros despedidos.

Algunos críticos afirman que las políticas de la administración Obama obligaron a las personas a volverse dependientes de los cupones alimenticios. Los requisitos para participar del programa se ampliaron en los años 2002 y 2008, antes de que Obama asumiera la presidencia; su paquete de estímulo económico del año 2009 flexibilizó algunos de los requisitos laborales y aumentó temporalmente los pagos.

Para otros, la recesión, que generó un incremento en el índice de desempleo de hasta el 10% y aumentó la pobreza, es la verdadera culpable.

La Coalición contra el Hambre de la Región Metropolitana de Philadelphia ha visto duplicar las solicitudes en condados suburbanos, y un aumento más pequeño en la ciudad. “Hay muchas zonas de ingresos altos”, dijo Julie Zaebst, encargada del centro de políticas de la coalición. “Esto es parte de las pruebas que indican que la recesión fue el motivo más importante para el aumento de personas que participa en el programa”.

Russell Johnson de Morgantown, West Virginia sufrió una lesión que fue determinante en su vida. Tenía un empleo fijo en una empresa de refrigeración hasta que se cayó de un techo, hace seis años. El miércoles, él y su esposa Carolyn, usaron su tarjeta de cupones alimenticios para comprar 64.71 dólares de alimentos. Eso representó más de la mitad de su beneficio mensual de 102 dólares.

“Creo que es un gran programa para las personas que lo necesitan”.

Los Johnson son personas de raza blanca que cultivan una gran huerta, cazan, pescan y compran al por mayor, como la bolsa de 50 libras de papas que llevan en el carro. Carolyn también padece una discapacidad; en total reciben 763 dólares por mes en beneficios por discapacidad.

Se sienten indignados con Gingrich. “Preferiría trabajar que recibir cupones alimenticios, pero lamentablemente, mi cuerpo no me lo permite. ¿Qué puedo hacer?”, dijo Russell.

Dijo que las personas que critican la asistencia alimenticia cenan en restaurantes elegantes y pagan 25 dólares por una bolsa de papas.

“Y yo, tengo que sentirme muy afortunado si puedo ir a McDonald’s”, señaló Russell.

Casi la mitad de las personas que reciben asistencia alimenticia son niños. En Fresno, California, Josephine Gonzáles recibió ayuda desde que quedó embarazada de su primer hijo en otoño del año pasado. Recibió capacitación como auxiliar médica y previamente trabajó en una escuela primaria, pero no ha podido encontrar un nuevo empleo desde quetuvo a su bebé.

“Uso los cupones alimenticios porque soy madre soltera y no trabajo; es una forma de sobrevivir”, dijo Gonzáles, que es hispana. “En vez de gastar el poco dinero que tengo en alimentos, puedo gastarlo en pañales y otras cosas para mi bebé. Es una pequeña ayuda. Pero no es una vida de lujo”.

Twanda Graham de Montgomery, Alabama, comenzó a recibir cupones alimenticios cuando se graduó de la preparatoria, hace 22 años. Ha trabajado durante todo ese tiempo, y actualmente está empleada en una tienda de indumentaria. No está casada y tiene cuatro hijos, y dice que no gana lo suficiente para alimentar a su familia.

Graham, que es de raza negra, cree que está pagando por la ayuda que recibe con los impuestos que le descuentan de su cheque de paga: no me están dando nada gratis”.

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