El Amazonas: Un tesoro a cuidar

El Amazonas tiene la mayor cuenca fluvial del planeta. Allí se concentra un quinto del agua dulce y un tercio de la flora y fauna terrestres.

Desafortunadamente, hoy nuestros países no saben cómo aprovechar sus riquezas sin poner en riesgo su futuro. La tala indiscriminada de la mayor jungla del globo para madera o para abrir campos libres para los cultivos o la ganadería está haciendo que las lluvias laven la poca capa de tierra fértil que ésta tiene haciéndola improductiva y, además, extinguiendo especies de plantas, hongos y animales que son vitales para nuestra existencia o que pueden tener beneficios para la medicina o la ciencia.

Si esta tendencia no se detiene, para mitad de siglo ello podría conducir a que dicho pulmón verde del globo acabe como el Sahara, el cual hace 10 milenios era una gran sábana de plantas, ríos y lagos.

Algo que genera optimismo es que la arqueología viene descubriendo que en esta selva, que se pensaba estaba habitada por pocos ‘salvajes’, hubo hasta hace 5 siglos grandes civilizaciones. La Amazonía central ha estado poblada hace 9 milenios y allí se piensa que están los restos humanos americanos más antiguos.

Según Charles C. Mann, el Amazonas es un jardín plantado por los hombres, por ello se explica el alto porcentaje de frutas comestibles que ésta tiene. Uno de las hallazgos encontrados es una amplia cantidad de ‘tierra negra’ artificial, la misma que tiene hasta 2 metros de espesor y que está fabricada por amerindios en base a una combinación de arcillas, huesos y maderas semiquemadas, la cual ha transformado el ácido suelo amazónico en zonas altamente productivas y estables y cuya fórmula no puede ser replicada por la ciencia moderna.

Esta forma de enriquecer la tierra para las siguientes generaciones es algo que contrasta con la tendencia actual de buscar una ganancia inmediata a costa de deteriorar el inmediato futuro. Gracias a ello es que la Amazonía pudo haber sostenido una alta población mayor a la actual.

Conforme a lo que la expedición de Orellana mostró, en el Amazonas había kilómetros de ciudades seguidas. Debido a la falta de piedras y rocas, estas urbes estaban hechas de madera y barro, las cuales no sobrevivieron al despoblamiento que se dio cuando las epidemias que trajeron los europeos mataron a más del 95% de los nativos. Es más, algunas naciones amazónicas llegaron a tener metrópolis basadas en distintos anillos urbanos interconectados en amplias rutas que atravesaban de este a oeste y de norte a sur. En la Amazonia boliviana (Beni) se han encontrado masivas islas, montículos y lagunas artificiales donde se crearon granjas de frutas y peces.

Los caribes y los arahuacos que iban desde la Florida a Argentina parecen haberse originado en la Amazonía, de la cual pudieron haber provenido también los puquinas (de donde vienen los incas).

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