Salvadoreño cumple 5 años de lucha proinmigrante en La Villita

José Landaverde se ha destacado en ese barrio por la ayuda que le brinda a decenas de mexicanos desde la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe

Chicago – El sacerdote salvadoreño José Landaverde se ha convertido en activista proinmigrante, organizador comunitario y alma de la misión anglicana Nuestra Señora de Guadalupe en el barrio mexicano La Villita de Chicago, donde cumple cinco años de trabajo para “crear esperanza entre quienes no la tienen”.

“Llegué a este país sin nada hace 21 años, pero aquí me aguardaba el lugar que Dios me había escogido entre la gente que sufre mucho”, dijo hoy Landaverde a Efe.

El barrio elegido es el que concentra la mayor cantidad de inmigrantes mexicanos, en el suroeste de la ciudad, donde fue inaugurada en 2007 la misión que hoy atiende diariamente a unas 200 personas con servicios que van desde asesoría migratoria a clínica médica, consejería sobre violencia doméstica o reparto de alimentos.

“He descubierto aquí un amor profundo de la gente hacia mí. En la calle soy el padre José, o José. Son familias o gangueros (pandilleros), todos me abrazan, me regalan un cigarro y me preguntan cómo estoy”, dijo.

“Es el amor profundo de Dios, algo que me pone muy contento y me dice que es lo voy a hacer por el resto de mi vida”, dijo el sacerdote de 41 años.

Su trabajo no es fácil, con un salario semanal de $250 y sin otros recursos que los que aportan los fieles en la misa de los domingos o algunos comerciantes del barrio.

Tampoco fueron fáciles sus comienzos en La Reina, Chalatenango, como hijo de una familia muy pobre que muchas veces no tenía otro alimento que tortillas con limón y sal. A los 9 años se fue de casa y perdió contacto con sus padres.

La guerra civil salvadoreña que provocó decenas de miles de muertos y desaparecidos lo tuvo entre dos fuegos a los 17 años de edad. De un lado el ejército y del otro los guerrilleros del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí.

Sin embargo, en medio del “temor y pánico” provocado por los tiroteos, José Sigfredo Landaverde se sintió inspirado por los sermones del obispo católico Óscar Arnulfo Romero que escuchaba en la radio sin tener mucha idea de quién era.

En 1989 llegó a la capital, San Salvador, y se vinculó al Movimiento Popular Cristiano para trabajar en la organización de los campesinos pobres. Fue detenido y torturado por el ejército, hasta que una gestión de grupos católicos le permitió abandonar El Salvador rumbo a Guatemala y México, desde donde llegó a los Estados Unidos como asilado político.

“Allá en mi cantón, mi rancho, yo era un campesino. Trabajaba en el monte, ‘cangrejeaba’ y jugaba al fútbol por la tarde. Ni sabía que existían los Estados Unidos”, recuerda.

En Chicago, la Iglesia Católica lo alojó primero con los hermanos capuchinos y luego con un grupo de monjas “que me enseñaron a leer y escribir bien, porque no tuve una educación formal de niño”. Luego completó los estudios, hizo la universidad y obtuvo una maestría y doctorado en divinidad y estudios pastorales.

Trabajó en la Coalición de los Desamparados, organizó a los inmigrantes jornaleros y vendedores ambulantes y fundó la Unión Latina de Chicago.

Sin embargo, fue en la iglesia Anglicana donde se ordenó sacerdote y tuvo la oportunidad de comenzar su ministerio en La Villita. Como los anglicanos permiten el matrimonio, Landaverde está casado y tiene un hijo de 3 años.

“El Obispo me buscó una parroquia en los suburbios, pero no estaban muy abiertos a trabajar con los inmigrantes y eso era matarme”, dijo.

La primera misión ocupó el local de una taberna en la calle 25, que fue adaptada como templo. Sin embargo, para Landaverde la misa y los sacramentos eran solo un complemento del enfoque real de su misión que era atender las necesidades de las familias separadas por “la polimigra y las redadas”, dijo.

Fue así que se mudaron al actual local en la calle 26, la principal del barrio, “donde hay días, como los domingos, que se llena de gente que se queda a conversar y conocerse”.

El protagonismo de Landaverde al frente de marchas, protestas y actos de desobediencia civil por los indocumentados ha sido muy notorio.

Pero lejos de las noticias, la misión ha encabezado además campañas de ayuda humanitaria para llevar ropa y alimentos a las víctimas de inundaciones en México, del huracán Katrina de 2005 y del terremoto de Haití en 2010.

Los festejos del quinto aniversario de la misión serán este sábado 28, con una misa de acción de gracias por la tarde y una fiesta en un restaurante mexicano por la noche. “La misión es de la gente, y todos están invitados”, dijo Landaverde.

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