Esto sí es acción

The Expendables 2 mejora considerablemente el original con más acción, mejor puesta en escena, mucha más violencia y estrellas a diestro y siniestro: Stallone, Willis, Van Damme, Schwarzenegger, Lundgren, Li, Statham, Hemsworth...

Arnold Schwarzenegger (izq.), Sylvester Stallone (centro) y Bruce Willis en una trepidante escena de 'The Expendables 2'.

Arnold Schwarzenegger (izq.), Sylvester Stallone (centro) y Bruce Willis en una trepidante escena de 'The Expendables 2'. Crédito: Lionsgate

The Expendables, que llegó a los cines hace justo dos años, fue un regalo de Sylvester Stallone a los fans de un cine de acción visceral, anclado en la estética y la ideología de los años 80, donde los hombres son hombres de verdad, no niñatos con pretensiones de súper héroes (como es el caso del grupito de pseudo-estrellas que pueblan memeces como la saga Fast & Furious).

Solo por el favor que hizo a los fans de ese género, entre los que me encuentro, se trató de una experiencia entrañable (extraña palabra en el caso de una cinta en la que los cuerpos humanos son desmembrados de mil y una formas).

Pero, dejémoslo claro aquí y ahora: como película dejó mucho qué desear.

Carente de ritmo interno y de una puesta en escena equilibrada, The Expendables –que fue dirigida por su estrella principal, Sylvester Stallone– se quedó a medio camino de sus intenciones.

Hoy llega The Expendables 2. Y vaya diferencia.

En esta ocasión, la batuta ha sido cedida a un director con un mejor conocimiento del género, Simon West, quien ha sido responsable de títulos como el divertidísimo Con Air o el injustamente olvidado The General’s Daughter, un excelente thriller protagonizado por John Travolta.

La mano firme de West se nota desde el principio: un sensacional (e irracional) prólogo en el que los protagonistas asaltan un campamento enemigo (que pretende ser Asia pero que, evidentemente, es un país del este de Europa, por los edificios bien visibles). La carnaza resultante –cuerpos que explotan frente a la cámara, chorros de sangre que inundan la platea, destrucción generalizada–, deja con la boca abierta al espectador, sorprendido no solo por la extrema violencia de la secuencia, sino también por la energía y vitalidad con la que todo es mostrado frente a él.

Por supuesto, también hay que reconocer la labor del reparto: no, no estoy diciendo que estemos ante actuaciones dignas de un Oscar, ni mucho menos. Pero de lo que no cabe la menor duda es que ver en acción a estrellas del calibre del mismo Stallone, Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis, Jean-Claude Van Damme, Dolph Lundgren o Chuck Norris, demuestra algo que es indiscutible: los actores que pueblan ese género en el siglo XXI -Taylor Kitsch, Vin Diesel, Paul Walker o… Taylor Lautner- son caras bonitas sin carisma alguno, jovencitos (o que pretenden serlo) incapaces de recoger el relevo de la generación de estrellas (de verdad) que ofreció filmes clásicos como Rambo: First Blood, Die Hard, Terminator o The Rock.

Por si hace falta detallar su argumento (al fin y al cabo, lo único que importa en el filme es la acción, no lo que se cuenta), en The Expendables 2 -que ha sido clasificada R por su violencia extrema-, el equipo liderado por Barney Ross (Stallone) es de nuevo contratado por el sibilino Church (Willis) para deshacerse de un peligroso criminal (Van Damme).

Para Ross y los suyos –Lee Christmas (Jason Statham), Gunner Jensen (Lundgren), Hale Caesar (Terry Crews) y Toll Road (Randy Couture), a los que se unen por el camino Trench (Schwarzenegger), Maggie (Nan Yu) y Booker (Norris)– no se trata solo de una misión más. También es personal, por una razón que no vale la pena revelar.

No hay nada mejor en la película de acción ideal de un aficionado al género que pensar en un plano en el que Stallone, Schwarzenegger y Willis acribillan a un grupo de villanos.

The Expendables 2 ofrece eso y mucho más. Es el sueño hecho realidad de ese fan, que probablemente permanecerá inamovible en su butaca mientras persecuciones, peleas y tiroteos –además de diálogos auto-referenciales que no son más que guiños entre sus estrellas– se suceden con eficacia, para generar un entretenimiento de primer orden.

Por supuesto, aquellos que no sientan esa pasión por el cine de acción de los 80 se toparán con un largometraje cuyas elipsis son constantes (e ilógicas), en el que la violencia es de lo más intensa y en el que el guión no ofrece más que superfluos retratos de individuos sin mucho qué decir.

Pero, ¿quién busca diálogos tipo Shakespeare en The Expendables 2? Y más importante aún: ¿quién los necesita, cuando en la pantalla uno puede disfrutar de la presencia de tanta estrella?

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