Oficial, es Peña Nieto; izquierda no lo acepta

López Obrador hace un llamado el 9 de septiembre para definir el camino a seguir.

Mientras Enrique Peña Nieto era declarado oficialmente presidente electo de México, seguidores de la izquierda  mostraban su descontento.

Mientras Enrique Peña Nieto era declarado oficialmente presidente electo de México, seguidores de la izquierda mostraban su descontento. Crédito: AP

MÉXICO, D.F.- El máximo tribunal electoral declaró ayer viernes presidente electo de México a Enrique Peña Nieto, con lo cual se inicia la transición que llevará de vuelta al poder al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en medio de la oposición de su rival izquierdista que se negó a reconocerlo y anunció próximas acciones de desobediencia civil.

Los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación votaron a favor de la validez de la elección, un día después de que rechazaron un pedido de la izquierda, encabezada por su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, para anular los resultados de los comicios del 1 de julio.

Para López Obrador, las elecciones “no fueron limpias, libres, ni auténticas”, pese a que el tribunal concluyó la víspera que las pruebas presentadas por la izquierda fueron vagas e insuficientes y no sustentaban sus señalamientos de que Peña Nieto y el PRI se favorecieron entre otras cosas de la compra de votos, el rebase de gastos de campaña y favoritismos de medios de comunicación y encuestas.

Según el conteo definitivo realizado por el tribunal, Peña Nieto obtuvo 19 millones 158,592 votos, 38.2% de los sufragios.

López Obrador, por su parte, tuvo 15 millones 848,827 sufragios, equivalente a un 31.6% de la votación.

El tribunal había citado a una nueva sesión para la tarde de ayer, en la cual se le entregó a Peña Nieto su constancia como mandatario electo.

“Ahora corresponde al ganador de los comicios no perder de vista que asumirá el mandato de gobernar para todos y las oposiciones deben dimensionar el importante papel de conciencia crítica que representarán, al someter al nuevo gobierno a un escrutinio continuo”, dijo José Luna, presidente del tribunal.

La noche del jueves el tribunal declaró por unanimidad infundada la impugnación de la izquierda para invalidar los comicios en los que resultó ganador Peña Nieto, del PRI, un partido que gobernó el país por siete décadas continuas en el siglo XX. El fallo del tribunal es inapelable.

“Informo que no puedo aceptar el fallo del tribunal electoral que ha declarado válida la elección presidencial”, dijo López Obrador, quien en 2006 compitió por primera vez por la presidencia y tras quedar en segundo lugar también desconoció el resultado.

Ese mismo año, el izquierdista se autonombró “presidente legítimo” en oposición a quien entonces fue declarado mandatario constitucional, Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional.

El presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, dijo ayer que con la determinación del tribunal “ha quedado plenamente acreditada la legitimidad del triunfo obtenido en las urnas por Enrique Peña Nieto”.

En rueda de prensa previa al mensaje del izquierdista, Coldwell pidió a López Obrador y a sus seguidores respetar las instituciones y acatar el fallo.

Minutos después, López Obrador anunciaba su negativa a reconocer la resolución.

“Aunque nos sigan atacando, acusándonos de malos perdedores, de locos, mesiánicos, necios, enfermos de poder y otras lindezas, preferimos esos insultos a convalidar o formar parte de un régimen injusto, corrupto y de complicidades que está destruyendo a México”, dijo el izquierdista.

Los siete magistrados del tribunal son nominados por la Suprema Corte y ratificados por el Congreso, aunque López Obrador ha considerado que favorecen al PRI.

López Obrador convocó a sus seguidores a reunirse en el Zócalo de la ciudad de México el 9 de septiembre, cuando dijo que anunciará los pasos que tomará hacia adelante.

Aunque no adelantó sus próximas acciones, sugirió que tendrán que ver con una “desobediencia civil” y aseguró que todo será por la vía pacífica.

“La desobediencia civil es un honroso deber cuando se aplica contra los ladrones de la esperanza y de la felicidad del pueblo”, dijo.

El tribunal concluyó que las pruebas aportadas por el izquierdista y sus seguidores fueron vagas e insuficientes.

Entre las acusaciones de la izquierda estaba que el PRI habría comprado unos cinco millones de votos y como parte de las pruebas presentó cientos de tarjetas de débito que habrían sido entregadas a la gente a cambio de su sufragio, aunque el tribunal consideró que no eran suficientes para demostrar la irregularidad.

“Las pruebas no apuntaban en absoluto a que pudiera anularse una elección con esa diferencia entre primero y segundo lugar de tres millones (de votos), casi siete puntos de diferencia”, consideró José Antonio Crespo, analista y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

“La izquierda quiere que con cualquier irregularidad se anule la elección. Claro, ahí donde perdió, porque en la del DF (capital del país) no, en la Legislativa donde le fue bien, no, y fue la misma elección”, dijo a The Associated Press.

Para Crespo en todas las elecciones hay irregularidades, pero no necesariamente de tal gravedad para anularlas.

Iván García Gárate, profesor de derecho de la Universidad Iberoamericana, consideró, sin embargo, que el tribunal adoptó una interpretación “estrecha” de la ley y se limitó a revisar las pruebas de la izquierda, cuando las propias normas le permiten realizar una investigación más amplia.

“Con las pruebas que ahí se están presentando uno puede llegar a la conclusión de que no acreditan todo lo dicho, sin embargo, el tribunal electoral, interpretando de forma amplia sus facultades, podía haber pedido que otras instancias, el IFE (Instituto Federal Electoral) o los partidos o particulares incluso, aportaran pruebas para que pudiera investigarse más a fondo”, dijo García a la AP.

En la sesión de ayer, sin embargo, el magistrado Manuel González dijo que si el tribunal hubiese ido más allá de las pruebas aportadas e investigado por su cuenta podría haber trastocado el estado de derecho e incluso “convertirse en una dictadura judicial”

El PRI gobernó el país de manera ininterrumpida entre 1929 y 2000, año en el que perdió la presidencia por primera vez luego de una época que para muchos de sus críticos estuvo marcada por la corrupción y el autoritarismo.

Peña Nieto ha dicho que no planea restaurar viejas prácticas y se ha comprometido públicamente a gobernar de manera democrática.

“Es momento de iniciar una nueva etapa de trabajo en favor de México”, escribió Peña Nieto la noche del jueves, tras conocerse el fallo del tribunal.

Jóvenes universitarios habían convocadi para la tarde de ayer a una marcha que calificaron de “fúnebre” para protestar por la decisión del tribunal.

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