Análisis previo a la Convención Nacional Demócrata

Tras la postulación oficial de Mitt Romney y Paul Ryan como la fórmula del partido republicano, el presidente Barack Obama debe impactar a los electores por los demócratas.

Obama y Biden en la Convención Nacional Demócrata en 2008 en Denver, Colorado.

Obama y Biden en la Convención Nacional Demócrata en 2008 en Denver, Colorado. Crédito: AP

La pasada reunión Republicana le dejó a los demócratas el desafío de argumentar por qué el presidente Obama merece una segunda oportunidad en la Casa Blanca.

En otros momentos se vería como una misión prácticamente imposible para un presidente ser reelecto bajo una economía como la actual, con un desempleo por arriba del 8%. Pero no es así en el ambiente político posterior a la Gran Recesión. Los aciertos y desaciertos de demócratas y republicanos han llevado a que esta elección sea extremadamente pareja, dependiendo en gran parte del entusiasmo de la base a la hora de votar.

Este es uno de los desafíos para los demócratas.

En la convención de Tampa se repitieron los discursos con la imagen del esperanzado estudiante que votó por Obama y que cuatro años más tarde después de graduarse vive con sus padres por no hallar empleo. En realidad, el Presidente no habría llegado a la Casa Blanca sin el abrumador voto joven, ese mismo que se quedó en su casa en 2010 y permitió que los republicanos ganarán la Cámara de Representantes.

Es imprescindible recuperar el entusiasmo que se ha perdido durante cuatro años de Gobierno en condiciones duras, aunque es difícil convencer al desencantado por una promesa incumplida. Hay varios sectores dentro de la base partidaria, aparte de los estudiantes, que comparten el mismo sentimiento, pese a los esfuerzos de última hora de la Administración para satisfacerla.

El gran reto de la movilización general comienza en la convención. De su éxito depende de que Obama pueda repetir los niveles de respaldo del 2008 en la urnas tan necesarios para permanecer en la Casa Blanca.

El otro desafío es convencer a un sector significativo de votantes independientes que Obama merece otros cuatro años más. En este caso no sirve la misma estrategia para movilizar la base, de culpar a la Administración pasada de los males, ni espantar recordándoles las propuestas extremistas de la base republicana.

Estos votantes, que se volcaron por el demócrata en 2008, necesitan un motivo positivo para repetir su voto por el Presidente.

Ellos requieren ideas claras de lo que representará un segundo Gobierno de Obama para volver a confiar en él.

Los Demócratas seguramente saldrán de Charlotte encantados con su candidato. Pero no será fácil repetir el enamoramiento pasado del electorado de hace cuatro años. La novedad del fenómeno de Obama ya pasó. La misión de la Convención Nacional es revivir el entusiasmo del 2008, convenciendo con motivos del 2012 para gobernar hasta el 2016.

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