Una discusión tonta

Nadie con un módico sentido común sugeriría que es mejor hablar un idioma en lugar de dos o más

En una reciente noticia sobre el acelerado giro conservador del Partido Republicano, un reportero comparaba la actual plataforma del partido que apoya al “Inglés como lengua oficial de la nación” con la recomendación, durante los años más benignos de la década del 80, de que los hispanos y otros grupos étnicos no debían “ser excluidos de las oportunidades de educación o empleo porque el inglés no fuera su lengua madre”.

En cualquier idioma, sería una equivalencia falsa. Pretender que todos en Estados Unidos hablen inglés no es lo mismo que pretender que los que no lo hacen sufran discriminación en escuelas y lugares de empleo.

Pero, por un momento, aceptemos la idea de que los republicanos han virado a la extrema derecha, porque se relaciona con lo que Jeb Bush, exgobernador de Florida y republicano sensato, ha tratado de decir, durante años, al ala ultra conservadora del Partido Republicano. Durante una discusión de panel en la Convención Nacional Republicana, Bush dijo: “El futuro de nuestro partido es extender nuestra mano constantemente y tener un tono que sea abierto y acogedor para la gente que comparte nuestros valores. La causa conservadora sería la filosofía gobernante hasta el final… y eso es factible, si simplemente dejamos de actuar de manera estúpida”.

Y en cuanto a ser estúpidos, se podría señalar a un número de republicanos que, por ejemplo, compararon a inmigrantes con perros, ganado, roedores y un sinnúmero de otros términos deshumanizante, durante discursos públicos.

Pero en el tema del lenguaje, seamos justos. En el texto real de la plataforma sobre la inmigración del Partido Republicano, se encuentra la mención de apoyar el inglés como lengua oficial precedida inmediatamente por una declaración de gratitud a los miles de inmigrantes nuevos que sirven en las Fuerzas Armadas, un llamado para abrazar a los recién llegados, aunque se trata de los legales, y lo siguiente: “Alentamos la retención y transmisión de las lenguas de herencia”.

Lamentablemente, hasta esa combinación de mantener-la-lengua-y-agregar-el-inglés es demasiado para los críticos. Algunos piensan que los “opresores” blancos procuran exterminar la cultura hispana aplastando la lengua madre; otros lo consideran discriminatorio. Pero la realidad es que esta discusión se está volviendo tonta, debido a la adopción generalizada del inglés.

Los hispanos conocen el poder de ser bilingües. Las cifras muestran claramente que los latinos vienen a este país y adoptan rápidamente la lengua inglesa -a veces manteniendo la nativa y otras cediendo al Gran Motor de la Asimilación.

Según el Pew Hispanic Center -reiterando innumerables estudios que han probado una y otra vez que los inmigrantes de América Latina se están asimilando a la cultura estadounidense con tanta rapidez y eficacia como olas anteriores de recién venidos- el 65% de todos los hispanos de Estados Unidos de 5 y más años de edad habla sólo inglés en su casa o habla inglés muy bien.

Ahora consideremos que Pew calcula que el 91% de la población total de Estados Unidos habla inglés. ¿Sería tan malo elevar esa cifra al 99.9%? Para el caso, ¿sería tan malo simplemente declarar el inglés como lengua “oficial”? Hacerlo sería el equivalente de que una pareja que ha cohabitado durante más de 20 años y ha criado niños sin problemas, decida lanzar una espléndida boda -sólo para hacerlo oficial.

El problema es que el asunto del inglés como lengua oficial ha sido mal manejado constantemente por sectores del Partido Republicano que -tal como lo dijo Bush tan apropiadamente- están “actuando de manera estúpida”. Parece, entonces, que lo que realmente quieren es un país de “sólo inglés”. Nadie con un módico sentido común sugeriría que es mejor hablar un idioma en lugar de dos o más. En Estados Unidos, hablar inglés es la manera primordial de iniciar el camino a la prosperidad -todo el mundo lo sabe, países enteros lo saben y enseñan a sus habitantes a hablar su lengua madre más inglés desde pequeños.

De hecho, nadie lo sabe mejor que los seis hispanos que fueron escogidos para hablar en la convención -en las horas de máxima audiencia y salpicándolo con frases en español- en nombre del Partido Republicano y de los líderes que los situaron allí.

El secreto para hacer del inglés la lengua unificadora del país es simple: Logren que los que están presionando por él dejen de ser tan malditamente divisivos.

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