En un estadio a medio llenar, Houston se vistió de verde para el Tri

Fans de la selección mexicana de futbol en el estadio BBVA Compass de Houston para el juego México contra Guyana.

Fans de la selección mexicana de futbol en el estadio BBVA Compass de Houston para el juego México contra Guyana. Crédito: Miguel Varela / RUMBO

Los colores verde, rojo y blanco remplazaron al naranja por una noche en el nuevo estadio del Dynamo de Houston, aunque en el estadio se vieran grandes huecos en las tribunas apenas si llenas a la mitad.

Las playeras naranjas que normalmente se dirigen a la nueva ‘joya del East End’ de Houston en noches de futbol, el viernes 12 de octubre eran de la selección mexicana.

En una noche agradable, miles de mexicanos desempolvaron los sombreros de charro, las cornetas y las banderas para llegar al centro de la Ciudad Espacial con la pasión y el orgullo en el pecho dispuestos a apoyar a su equipo en un partido de Eliminatoria mundialista.

Dos horas antes de comenzará el partido, los aficionados mexicano ya aseguraban que el partido contra Guyana era “pan comido”, “de puro trámite” y hasta se preparaban para gritar cada gol de la “goliza segura”.

“Órale compadre, aviéntese otra fría (cerveza) para que vaya preparando la garganta porque no vamos a dejar de gritar goles”, le dijo Juan García a su amigo en uno de los estacionamientos del BBVA Compas, donde se escuchaba la música de los Tigres del Norte y las fajitas estaban sobre la parrilla.

Las canciones de la porra oficial del Dynamo, El Batallón, que se escuchan en el estacionamiento antes de los partidos de los naranja fueron remplazadas por música de banda y mariachi y los gritos de ¡México, México, México!

Con todo, pese al entusiasmo de los aficionados asistentes, la realidad es que la entrada fue, hasta antes de comenzar el partido, decepcionantemente baja para un partido de la selección mexicana.

Minutos antes del partido los huecos en las tribunas eran notables. Al silbatazo inicial el estadio muy apenas estaba la mitad de su capacidad que es de 22,500 personas.

Mientras que los aficionados con boleto en mano buscaban su respectiva entrada, los revendedores buscaban clientes. Pero no era una tarea fácil encontrarlos y algunos ya lo único que querían era recuperar su inversión y vendían los boletos al precio normal.

“Esta noche creo que vamos a perder mucho dinero, nadie quiere comprar ni al precio del boleto”, dijo un revendedor que traía 25 boletos de $70 dólares.

En las puertas de ingreso al estadio muchos aficionados se tuvieron que regresar frustrados porque no permitieron que entraran con sus tambores, matracas, cornetas y banderas con palo pero lo que más le dolió a un aficionado, que llevaba puesta una brillante máscara del luchador Místico con los colores de la patrio, es que le quitaran su capucha.

“Me desenmascararon antes de la lucha, no se vale”, dijo el aficionado.

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