Quedan desamparados jornaleros tras ‘Sandy’

Trabajadores sin papeles tenían un sistema único de empleo en NY

Varios trabajadores retiraban escombros causados por el huracán Sandy ayer en Rockaway Park, Nueva York.

Varios trabajadores retiraban escombros causados por el huracán Sandy ayer en Rockaway Park, Nueva York. Crédito: EFE

NUEVA YORK.— Gavino Hernández observaba con tristeza ayer lo que quedó en el interior de una pequeña casita roja de madera donde logró encontrar trabajo como jornalero durante varios años.

“Nos sentimos en la ruina. No nos queda nada”, murmuró el mexicano indocumentado, más conocido como “Camilo” y quien hace trabajos esporádicos de construcción. “Queremos que los compañeros sigan aquí todavía. En las esquinas, haciendo de jornalero, uno corre mucho peligro”.

Hernández hablaba de “la casita”, una diminuta estructura de madera con una puerta amarilla que alentó a cientos de jornaleros durante más de una década en el barrio de Bensonhurst, en Brooklyn. Allí se reunían pronto por las mañanas, se organizaban y eran recogidos por empresas de construcción que necesitan mano de obra barata durante el día.

Los vientos huracanados de la supertormenta Sandy, sin embargo, arrancaron de cuajo el pequeño centro y lo trasladaron unos 50 metros al norte, en el centro comercial de Ceasar Bay. El suelo quedó totalmente hecho pedazos al igual que varias de las paredes, con estanterías torcidas y un generador de electricidad que ya no funciona.

“La casita” apena se erigía ayer en un panorama desolador y algo curioso: en medio del aparcamiento del centro comercial, totalmente vacío y con el suelo empapado de agua y nieve, rodeado de algunos automóviles de policía que no permitían acceso a la zona.

“Los patrones no tienen donde ubicarnos”, se lamentaba Lucio Corado, un salvadoreño de 57 años que trabaja como jornalero. “Nuestro objetivo es no desaparecer, es mantener abierto este lugar. Todo el mundo se beneficia, el jornalero, el patrón, y los negocios de la zona, donde gastamos el dinero. Con el centro cerrado no logramos nada”.

El huracán azotó el noreste de Estados Unidos a principios de la semana pasada y provocó la muerte de más de 100 personas además de destruir cientos de casas y dejar a miles sin servicio de electricidad.

Precisamente ahora, tras el paso del huracán, es cuando hay más trabajo para los jornaleros. Muchos habitantes de la ciudad de Nueva York han quedado con casas destrozadas que necesitan arreglos o tareas de reconstrucción. Dueños de hogares en la zona solían desplazarse a menudo hasta “la casita” en busca de mano de obra barata cuando necesitaban arreglos en sus casas, explicó Ligia Guallpa, del grupo Proyecto de Justicia Laboral que ayuda a jornaleros de la zona.

En cambio ahora ni dueños de hogares ni empresas de construcción saben donde encontrar a los trabajadores porque el centro está cerrado, explicó la activista ecuatoriana.

“Nuestra preocupación es cuánto tiempo va a demorar esto, cuántas semanas más”, dijo Guallpa con tono de frustración. “Esta situación significa varios dólares perdidos en sueldos”.

Entre 50 y 100 jornaleros solían reunirse alrededor de “la casita” por las mañanas a la espera de la llegada de contratistas con camionetas. Mujeres guatemaltecas y mexicanas también esperaban a empresas de limpieza. Las reglas estaban claramente establecidas: 15.20 dólares de pago por hora por trabajos de carpintería mientras que construcción con cemento o ladrillos suponía 12.50 dólares la hora.

Ayer la larga lista aún estaba colgada de una de las cuatro paredes detallando que el trabajo de un día —es decir de ocho horas— costaba 120 dólares en total, ó 90 ó 150, dependiendo de si el trabajo consistía en transportar cajas, pintar paredes o poner ladrillos.

Aproximadamente 558 trabajadores pagaron este año alguna vez la cuota semanal de cinco dólares que mantiene la electricidad, teléfono y otros gastos de “la casita”, explicó Guallpa.

El centro nació con la ayuda del Proyecto de Justicia Laboral y la Red Nacional de Jornaleros (NDLON) en el año 2010. Lo que empezó como simples carpas para cobijar a jornaleros se convirtió en el único centro para este tipo de trabajadores sin autorización para residir en Estados Unidos en toda la ciudad. Se calcula que en Nueva York viven aproximadamente 10 mil jornaleros.

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