Sociedad
La historia de la lucha afroamericana contra el racismo institucionalizado ha estado plagada de terribles capítulos de muerte, agresión y odio.
Se dice que al elegir al primer Presidente afroamericano nos hemos convertido en una sociedad post-racial en donde no existen los colores. Indudablemente ha habido avances significativos y vivimos en una sociedad más abierta a la diversidad, sin embargo, se sabe que las organizaciones adeptas a la supremacía blanca y al viejo Ku Klux Klan han aumentando en número y en activismo últimamente.
Se estima, de acuerdo al Southern Poverty Law Center, que actualmente operan dentro de Los Estados Unidos más de mil grupos de odio. Pero el odio de la supremacía blanca se ha diversificado, no incluye solamente a los afroamericanos, sino además a los hispanos, asiáticos, judíos y musulmanes entre otras minorías.
La prensa local recoge en estos días la historia de una familia afroamericana, cuyos nombres han sido omitidos para evitar retribuciones, que fue obligada a abandonar su casa en la ciudad de Yorba Linda.
Ubicada a media hora de la ciudad desde la que escribo, Yorba Linda es un suburbio de clase alta cuya población afroamericana apenas alcanza el 1% del total de sus residentes.
Este es un caso un poco curioso, ya que no solo se trata de una familia afroamericana, sino que además el esposo es agente de la policía de Inglewood y la esposa oficial del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles. Nadie esperaría que agentes del orden sean las víctimas de ciertos desubicados.
La pareja y sus dos hijos se mudaron a Yorba Linda en el 2011 y desde el inicio fueron víctimas de ataques raciales de diversa índole. Desde ataques a la propiedad privada hasta ataques verbales personales. Finalmente, luego de que el vehículo del esposo fuera disparado con balas de ácido, la pareja y sus hijos decidieron moverse nuevamente, esta vez a la ciudad de Corona.
El caso en mención fue reportado por la esposa a la Comisión de Relaciones Humanas del Condado de Orange, encargada de investigar los crímenes de odio en el área. En consideración a la denuncia, la comisión, a través de su principal Carol Turpen, escribió una carta a los perjudicados, lamentando lo ocurrido, asegurándoles que esta persecución fue seguramente el resultado de la acción de unos pocos desadaptados, reconociendo que no se puede concluir que efectivamente estemos viviendo en una sociedad post-racial, y prometiendo hacer todo lo posible para acabar con el racismo en el Condado.
Yo creo sinceramente que los grupos de odio están dando sus últimos manotazos de ahogado antes de pasar a la irrelevancia total y desaparecer, pero no debemos perder de vista ni dejar de condenar hechos como los ocurridos a esta familia, debemos mantenernos vigilantes para que el odio no le gane la batalla a la tolerancia y el respeto a la dignidad humana.