La Santa Cecilia y la nostalgia heredada

Esta banda es de las más representativas de la joven escena latina del sur de California, y vienen a la Misión de San Francisco

Integrantes de La Santa Cecilia estarán en el 31 Encuentro del Canto Popular en San Francisco.

Integrantes de La Santa Cecilia estarán en el 31 Encuentro del Canto Popular en San Francisco. Crédito: Foto Suministrada

OAKLAND.— Se formaron hace cinco años en la ciudad de Los Ángeles y tomaron prestado su nombre de la santa patrona de los músicos. La Santa Cecilia es hoy uno de los grupos más representativos de la joven escena latina del sur de California, y su propuesta musical encarna mejor que nadie el fenómeno de la nostalgia heredada por los hijos de inmigrantes.

Marisoul –fundadora e imponente voz del conjunto– nació en Los Ángeles, hija de padres mexicanos y aunque pasó varios años de su infancia en Morelos, México, donde cursó la escuela secundaria, sus raíces y su formación musical provienen principalmente de lo que aprendió de sus padres, de quienes heredó esa nostalgia típica del inmigrante.

“A mi mamá siempre le gustó cantar. Ella cantaba en la plaza”, rememora Marisoul, al teléfono desde su casa en East LA. “Mi papá es un bohemio a morir, le encanta la música y le encanta cantar, pero canta horrible… pero con mucho sentimiento”.

De sus padres aprendió a escuchar boleros, rancheras y cumbias, canciones tradicionales que le recordaban su pueblo. “Cargamos esa nostalgia que creo que heredamos de nuestros padres”, explica Marisoul, en referencia a las influencias no sólo suyas, sino del resto de la banda, en su mayoría hijos de inmigrantes latinoamericanos nacidos y criados de este lado de la frontera. “Ellos dejan sus pueblos, su país, y deciden venir a los Estados Unidos para buscar una mejor vida. Nosotros crecemos junto a ellos y heredamos esa nostalgia por la música, la comida, de cómo era antes. Es algo que llevamos muy dentro de nosotros y que sí lo cargamos en la música”.

Esa es la clave en la fórmula musical de La Santa Cecilia. A diferencia del común de los jóvenes que se lanzan al mundo de la música apuntando hacia los estilos de moda del momento en las radios y discotecas, ellos desde un comienzo lo hicieron apuntando al pasado, a un pasado que ni siquiera es el suyo propio, sino una idealización casi mística de la América Latina de antaño reinterpretada a través del prisma de la nostalgia de sus padres.

Marisoul y Pepe, el acordeonista de La Santa Cecilia, ya se conocían de antes. “Habíamos tocado juntos en diferentes grupos. Nos conocimos en la Plaza Olvera cuando teníamos como 15 años. Ahí nos juntábamos a tocar boleros y música tradicional. Luego invitamos a nuestro amigo Miguel a tocar bongós. Con esa formación nos presentábamos los domingos en la plaza durante muchos años”.

Ese fue el germen inicial de lo que eventualmente pasaría a ser La Santa Cecilia. Llegado el momento de madurez decidieron formalizar el proyecto y convertirse en una banda, empezaron a escribir sus propias canciones y por intermedio de amigos fueron reclutando al resto de los músicos: Alex en bajo, Hugo en batería y Gloria en guitarra, aunque esta última ya no forma parte del grupo, pues “tuvo que dejar la banda por problemas familiares”, explica Marisoul.

Desde un comienzo la propuesta de La Santa Cecilia fue la de rescatar las raíces musicales de las generaciones pasadas, adaptándolas a la sensibilidad contemporánea. Asimismo, la intención es transmitir esa cultura a las nuevas generaciones.

Es recurrente, a los conciertos de La Santa Cecilia llegan padres con sus hijos y hasta abuelos con sus nietos. “Yo creo que eso es muy importante. En los Estados Unidos, en la cultura pop americana, todo es enfocado en la juventud, en lo cool”.

“Mi padre me decía: ‘no vas a ir a viajar a otros lados y a conocer otras culturas si no conoces la tuya’”, recuerda la cantante. Gran parte del mensaje implícito en el repertorio de La Santa Cecilia es una respuesta a ese sabio consejo de padre. Se trata de “revivir la emoción de cuando nuestros padres nos llevaban de regreso al rancho. Yo no sé como le hacía, pero mi mamá por lo menos nos llevaba una vez al año al rancho a comer frijoles,” relata Marisoul, y expande: “A lo mejor cuando era niña yo no lo apreciaba mucho, pero ahora que soy grande veo que era un esfuerzo muy grande de mi mamá por mantener esa conexión con nuestra raíz. No nos olvidamos, también somos hijos del país que nuestros padres dejaron”.

Pero tampoco se olvidan de la inevitable realidad: son hijos de los Estados Unidos. “Es algo que no negamos y que también llevamos con mucha honra”, explica Marisoul, cuyo nombre artístico hace referencia a la música soul afroamericana, que es una de las innegables influencias en su estilo de vocalizar. “Sí, somos latinos, somos mexicanos, somos hijos de inmigrantes, pero somos americanos y vivimos en los Estados Unidos y aquí aprendimos a hablar inglés y vivimos en la cultura americana también”. De hecho, uno de sus éxitos más recientes fue una versión que grabaron de la canción “Tainted Love,” un clásico de la música soul de la década de los sesenta, popularizado en los años ochenta por el dúo pop británico Soft Cell.

Marisoul confiesa que pasó gran parte de su infancia prendida a MTV, alucinando con artistas anglosajones como Annie Lennox, del dúo Eurythmics, a quien enumera como una de sus mayores influencias junto a Ella Fitzgerald, JanisJoplin y Mercedes Sosa.

“Es posible ser bicultural”, concluye la cantante, “la música es para todos y en definitiva de eso se trata ser latino en los Estados Unidos en estos tiempos”.

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