Una nueva cara para un viejo partido

Después de doce años de oposición el PRI regresa con una imagen renovada

El mandatario de México, Enrique Peña Nieto, se ciñe la banda presidencial durante su investidura.

El mandatario de México, Enrique Peña Nieto, se ciñe la banda presidencial durante su investidura. Crédito: EFE / Jorge Núñez

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Enrique Peña Nieto, un telegénico exgobernador de 46 años, recuperó el sábado la silla presidencial que el Partido Revolucionario Institucional perdió hace 12 años.

En su primer mensaje a la nación, Peña Nieto prometió combatir la pobreza con subsidios a los necesitados, recuperar la paz con programas de prevención al delito y fomentar el crecimiento económico con reformas energéticas y fiscales.

El político es visto internamente como parte de una nueva generación que ofrece un rostro fresco al PRI, pero sus detractores insisten que sus orígenes están muy ligados al grupo que no ha abandonado las prácticas de corrupción que caracterizaron a esa fuerza en las siete décadas que mantuvo el poder. La elección de los miembros de su gabinete, integrado por miembros de la vieja guardia del PRI y nuevos tecnócratas educados en el extranjero, muestra las dos facetas.

Políticos opositores dijeron el sábado que darán a la administración de Peña Nieto el beneficio de la duda, pero temen que viejas prácticas autoritarias vuelvan a México.

“Es el formato antiguo”, dijo el senador Miguel Barbosa, coordinador del opositor Partido de la Revolución Democrática. “Vamos a esperar buen gobierno. México necesita buen gobierno pero no un gobierno sin controles, no un gobierno sin límites. Un gobierno democrático es lo que México necesita”, agregó.

Peña Nieto hereda un país que sufrió más de 100,000 homicidios en los últimos seis años en los que el ahora ex presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva armada contra los cárteles de drogas.

Aunque apoya el debate sobre la legalización de la marihuana, el nuevo mandatario dijo recientemente a la revista Time que está en contra de la legalización y considera que la estrategia contra las drogas debe de ser debatida.

Su campaña se enfocó en enfatizar que es un hombre que cumple sus promesas, entre las que está abrir a la petrolera Pemex a una mayor participación privada. Peros sus críticos lo ven como un producto de la mercadotecnia televisiva y una cara bonita que es incapaz de salirse del guión.

“Veo en Peña Nieto un político que sobre todo es un político con olfato”, dijo el analista político Jesús Silva-Herzog Márquez del Instituto Tecnológico Autónomo de México. “No es un ideólogo… quiere darle eficacia al gobierno y habrá que verlo”, agregó.

Antes de contender por la presidencia, Peña Nieto gobernó el Estado de México, el más poblado del país y que se expande alrededor de la Ciudad de México. El abogado educado en escuelas católicas se opone al aborto aunque apoya excepciones como en caso de violación y riesgo para la madre.

Obtuvo su licenciatura en la Universidad Panamericana, del movimiento católico ultraconservador Opus Dei, y se graduó con una maestría de administración del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

Su formación en el mundo de la política estuvo ligada al llamado Grupo Atlacomulco, una especie de clan que reúne a los políticos originarios de esa comunidad en su estado natal y que es considerado como representante de viejas prácticas de las que el PRI querría deslindarse.

Peña Nieto se inició en el partido a los 18 años como funcionario estatal.

El gobernador Arturo Montiel fue su principal mentor y lo designó secretario de Administración entre 2000 y 2002. Después fue electo diputado local, puesto que ejerció hasta 2004, cuando inició su campaña a la gobernación del estado central.

Sus orígenes ligados a Montiel han sido motivo de controversia ya que Montiel fue acusado de enriquecimiento ilícito por lo cual tuvo que desistir de ser candidato presidencial del PRI en 2006.

La imagen de Peña Nieto comenzó a difundirse cuando se convirtió en gobernador en 2005 después de haber conquistado el voto recorriendo el estado firmando 608 compromisos como construir hospitales, escuelas y autopistas.

Empezó a ser conocido como un político pragmático, menos enfocado en las cuestiones ideológicas y más en las obras públicas tangibles.

Durante su administración fue protagonista de algunos escándalos como cuando se enfrentaron de manera brutal pobladores y policías en mayo de 2006 en la comunidad de San Salvador Atenco luego del desalojo de unos vendedores de flores en una localidad cercana. El caso llegó hasta la Suprema Corte que concluyó que se habían cometido “violaciones graves” a los derechos humanos por parte de los agentes, pero exoneró a los funcionarios que autorizaron el uso de la fuerza, entre quienes se mencionó a Peña Nieto.

Aspectos de su vida personal también han causado controversia y han llevado a analistas a llamarlo el “Luis Miguel de la política”.

Su primera esposa, Mónica Pretelini, murió súbitamente en 2007. Lo que causó más polémica fue que durante una entrevista televisiva con Univisión en 2009 Peña Nieto no supo señalar específicamente de qué había fallecido, lo que llevó a muchos a pensar que había tenido algo que ver con la muerte. El flamante presidente ha calificado esos rumores de “abominables”.

Luego reconoció que fue infiel a Pretelini y tuvo dos hijos con distintas mujeres, uno de los cuales falleció al año de haber nacido.

Después de la muerte de su esposa, Peña Nieto conoció a la actriz de telenovelas Angélica Rivera, con quien se casó en noviembre de 2010.

Desde 2011 Peña Nieto logró la unidad casi sin fisuras de su partido en torno a su candidatura.

Algunos expertos sostienen que su imagen al lado de una estrella de telenovelas, que lo acompañó en casi todos los eventos de campaña, lo ayudó a consolidarse como un hombre que logra un “final feliz”. Sus detractores cuestionaron que la cadena televisiva más grande del país mostrara favoritismo hacia Peña Nieto y aseguraron que lo había ayudado a allanar el camino a la presidencia.

El popular líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que compitió por la presidencia con Peña Nieto, denunció que durante la campaña del PRI se compraron millones de votos.

La izquierda pidió al tribunal electoral anular la elección presidencial por considerar que hubo graves irregularidades, pero los miembros del organismo rechazaron por unanimidad el recurso tras considerar que las pruebas aportadas por Lopez Obrador y sus seguidores eran insuficientes.

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