‘2 Guns’ no tiene ideas claras

Crítica de cine: La película sólo cuenta con un reparto interesante en un conjunto vacío de interés.

Denzel Washington y Mark Whalberg actúan juntos en el filme.

Denzel Washington y Mark Whalberg actúan juntos en el filme. Crédito: Universal Pictures

Por ser un filme violento, con personajes machistas que agarran armas sin pensarlo dos veces y con asesinatos a diestro y siniestro, 2 Guns es una película cobarde.

Porque no se atreve a decidirse si ser un thriller de acción dramático, una “buddy movie (película con pareja de investigadores)” con toques de comedia o una alocada producción al estilo Bad Boys.

2 Guns no sabe a dónde va para contar su muy confusa trama, que, por cierto, no debería serlo.

El filme, basado en una novela gráfica, cuenta la unión a la fuerza de Robert ‘Bobby’ Trench (Denzel Washington), un agente del DEA, que investiga el tráfico de drogas en la frontera, y Michael ‘Stig’ Stigman (Mark Whalberg), un oficial naval, que se ven envueltos en una conspiración a cuatro bandas —mafia mexicana, con el capo Papi Greco (Edward James Olmos) a la cabeza; CIA, agencia representada por el sádico agente Earl (Bil Paxton); la misma marina de Estados Unidos, con elementos corruptos como el oficial Quince (James Marsden); y también DEA, donde nadie es quien dice ser, empezando por la agente Debb (Paula Patton)—.

Tanto personaje y tanta historia parece estar clara sólo en la mente del guionista de la cinta, Blake Master (Law & Order: LA), mientras que su realizador, el islandés Baltasar Kormákur, que ya dirigió a Wahlberg en Contraband, duda de si seguir la acción con mesura (como cuando el argumento fuerza su apuesta dramática, tratando de inyectar elementos trágicos) o irse hacia un terreno más desmesurado, al estilo de Michael Bay (Transformers, Bad Boys 1 & 2).

Todo queda en tierra de nadie… pero eso no quiere decir que 2 Guns no ofrezca elementos interesantes, siendo el más destacado su reparto: el entente Washington-Whalberg funciona a la perfección, Paxton (Titanic) saborea sus acciones como si pretendiera ser Christopher Walken en un filme de Quentin Tarantino, y Edward James Olmos aporta su habitual carisma y sutileza a un conjunto meramente entretenido, pero considerablemente vacío.

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