LAPD hará careos con policías por quejas de perfil racial

Programa de la policía angelina busca lidiar con quejas de la población por el uso de perfil racial por sus agentes

Un activista sostiene un cartel en referencia al perfil racial.

Un activista sostiene un cartel en referencia al perfil racial. Crédito: AP

“Sería mi palabra contra la palabra de un policía… ¿a quién cree que le van a creer?”, fue lo primero que dijo Ramón Tovar sobre el nuevo programa del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) para realizar careos entre los uniformados y los ciudadanos que consideren que han sido detenidos en base al perfil racial.

Este inmigrante guatemalteco señaló que un patrullero en motocicleta lo detuvo sólo por su apariencia, ya que no había cometido ninguna infracción de tránsito, y como no tenía licencia, le quitaron su vehículo. Eso ocurrió hace unos cuatro años, cuando trabajaba como jardinero independiente, pero como ya no tiene su camioneta, ahora se gana la vida como jornalero.

Tovar considera que puede ser una buena idea, “para reclamarle en la cara al policía”, pero dijo tener poca confianza en que habrá resultados a favor de los ciudadanos.

La Comisión de Policía aprobó el martes llevar a cabo un programa piloto, durante los próximos tres años, que permita a policías y ciudadanos confrontarse cara a cara, y ante un mediador.

Si una persona considera que ha sido detenida sólo por ser negro, latino o de cualquier otra raza, es decir, que el policía haya actuado en base a prejuicios raciales, se puede solicitar una comparecencia cara a cara con el agente involucrado.

Esa sería la nueva forma en que el LAPD estaría lidiando con las múltiples quejas de perfil racial o prejuicio policial con el que supuestamente están actuando muchos uniformados.

Un estudio presentado hace cinco años por la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU), conocido como el Ayres Report, concluyó que el ser negro o latino parece ser un factor determinante cuando un policía ordena a un automovilista o peatón detenerse.

Los afroamericanos son 166% y los latinos 132% más propensos que los blancos o anglosajones a que se les ordene salir del vehículo, detalla el Ayres Report.

“La discriminación racial es un problema grave que afecta a los angelinos a diario”, comentó Yaman Salahi, abogado de ACLU. “Apoyamos las medidas para sensibilizar a los policías sobre la gravedad de este problema. Sin embargo, es importante que la experimentación creativa no se traduzca en investigaciones menos rigurosas. Las quejas no deben ser relegadas a la mediación y que el LAPD asuma, sin una investigación a fondo, que no ha habido delito real”.

El comandante de Asuntos Internos del LAPD, Stuart Maislan, indicó que al año se reciben de 200 a 250 quejas de prejuicio policial.

La forma en que se están manejando las denuncias actualmente son muy tardadas (de 8 a 9 meses), reconoció Maislan, pero con este nuevo programa esperan que ambas partes expongan sus puntos de vista y que tanto el policía entienda la perspectiva de la comunidad, como que el ciudadano se ponga en los zapatos del policía.

“No se trata de creer en la palabra de uno o del otro, sino que cada parte entienda y vea la perspectiva de la otra persona, no habrá necesariamente una resolución en estas mediaciones, el propósito de la mediación es el entendimiento de ambas partes”, explicó Maislan.

Alex Sánchez, director de Homies Unidos, un grupo de intervención con pandilleros, consideró que ese proceso de careo podría ser intimidatorio para los ciudadanos.

“En base a mi experiencia, al tratar de establecer relaciones con el LAPD, creo que sería algo bien intimidador para la víctima”, mencionó Sánchez. “Tiene que haber un proceso legal, donde haya alguien asignado de derechos humanos o de ACLU, que sea en un lugar neutral, pero es un buen empiezo para empezar a traer justicia contra los policías que hacen perfil racial en nuestras comunidades”.

Para Carla González, organizadora de la Campaña de Derechos Comunitarios, el poner a un policía frente a alguien que ha sido discriminado racialmente no le va a dar justicia a una persona que ya fue humillada y llevada a la cárcel.

“Pero es interesante, porque es una de las primeras formas en que el LAPD puede empezar a restaurar la relación con las comunidades”, agregó González.

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