La ‘tocada’ del sábado será memorable. Fue el último concierto de rock en español que se ofrecerá en el Gibson Amphietheatre antes de que éste sea demolido para dar paso a una nueva atracción en el parque Universal Studios.
Enanitos Verdes y Beto Cuevas se despidieron del local con un concierto en su más pura versión de rock.
El pop parecía haber quedado para otro momento. La noche era propiedad del sonido clásico, de esos guitarrazos que celosamente los rockeros defienden y protegen de mezclas con otros géneros.
La cuenta regresiva para una de las salas de conciertos más emblemáticas de Los Ángeles —cerrará definitiva a finales de septiembre— ha comenzado. Y muy dignamente, se le despidió con el único concierto de rock en español que se tiene programado hasta ahora.
El público no era precisamente el rockero de pelo largo, pantalones entubados y playera. Eran más bien el popero, el de ahora y el de antes, enganchado con la música de los 80, sobre todo de la banda argentina formada por Horacio “Mariciano” Cantero y Felipe Staiti.
Sin embargo fue Beto Cuevas, quien proyectó una energía fresca, de gran calidad musical y un espectáculo con el que seguramente consiguió nuevos aliados.
Vilma Palma e Vampiros pasaron sin pena ni gloria musicalmente. Así que los que no llegaron a su presentación, realmente no se perdieron de nada.
Cuando el concierto comenzó en punto de las ocho, el Gibson estaba casi vacío. La banda, también argentina, desgranó éxitos como La pachanga, Me vuelvo loco por vos y Bye, bye que, claro está, los puso en la lista de inolvidables y en el gusto de sus seguidores más nuevos porque todavía son tocados en la radio.
Pero nada más.
La banda mostró que ya no tiene nada nuevo qué ofrecer: ni siquiera presentaron sus temas más famosos con arreglos renovados.
Las dos bandas argentinas y el chileno, se presentaron como parte de La Tocada Súper Estrella, la estación radial que cada año organiza también El Reventón.
Beto Cuevas entró electrizante al escenario. Desde hace rato que el exlíder de La Ley —banda que se disolvió en 2005—, viene dejando rastros de un potencial propio y con la calidad musical y vocal que lo han definido.
Luego de saludar a la audiencia, comenzó a desgranar temas de sus dos únicos trabajos como solista, Miedo escénico y Transformación, de los que se han despegado algunos éxitos, sobre todo del primero, como Vuelvo.
Pero lo mágico de Cuevas no fue sólo la interpretación de algunos temas grabados con La Ley, sino que las piezas, por la mayoría desconocidas, recibieron una muy buena respuesta del público, como fue en el caso de No te olvides de amar y Goodbye, por citar algunas.
Sin embargo algunas clásicas de la banda chilena, versionadas muy al estilo Cuevas, hicieron retumbar el recinto —que pronto será derribado por otro tipo de estruendos—, como el cover que hizo famoso Camilo Sesto, Quieres ser mi amante, y la ya, indeleble Mentira.
Luego vino el turno para una de las bandas más queridas por el público: Enanitos Verdes que, con su Tic-tac, volvieron a sus raíces rockeras más puras, aquellas que mostraron en su segundo disco Contrarreloj, con el que lograron cruzar fronteras y triunfar.
La banda argentina dio muestras justas de su experiencia musical. Staiti, completamente disuelto en su guitarra, y Cantero en lo suyo, en la voz y bajo.
Todas las rolas presentadas por Enanitos Verdades, al menos los éxitos que los hicieron sobresalir en la década de los 80, tenían acordes nuevos, frescos y con una pureza de rock.
Su presentación fue de las más simples. Una batería, ejecutada por Jota Morelli, dos guitarras la de Staiti y su hijo, Juan Pablo y el bajo de Cantero. Nada más.
La banda abrió con Besos violentos y No me dejes caer de su nuevo disco, para luego continuar con canciones como La muralla, el cover particularmente versionado de Tu cárcel y Lamento boliviano.
Los Enanitos Verdes mostraron su viveza pura. Jugueteando en el escenario. Staiti, con una visible muestra de orgullo, tocando con su hijo en el escenario y Marciano, demostrando que los años no han hecho sus estragos, al menos en su talento.
Durante toda su presentación, Staiti, como buen amante de rock, aplicó algunas riffs emulando a grandes bandas como los Stones y Van Halen, como introducción a uno de sus temas.
De esa manera cerraron su participación: primero los acordes de Panamá —de Van Halen— y dejando escuchar enseguida su clásico Guitarras blancas.