Maduro, el rey de las bufonadas

El programa Dialogo Bolivariano del presidente Maduro debería ser un programa cómico

Maduro es un humorista nato, pero él no lo sabe.

Maduro es un humorista nato, pero él no lo sabe. Crédito: Archivo / EFE

Al grano

Por primera vez estoy de acuerdo con el chavismo porque un mandatario debe ocuparse de asuntos “trascendentales” para la nación, que ayuden a combatir la delincuencia y recuperar la libertad y la justicia social.

Acusar al Hombre Araña como responsable de la violencia juvenil venezolana, permitirá tener una visión clara del futuro. Yo también arremetería contra Supermán, el Avispón Verde y todos esos héroes imperialistas.

Nicolás Maduro, es un hombre que ha demostrado ser capaz de superar al líder del pueblo revolucionario Hugo Chávez, porque nos abre los ojos sobre situaciones que hemos estado ciegos por años. Jesús, por ejemplo, no multiplicó los panes y los peces, sino los penes, como lo dijo en transmisión nacional. Maduro nos quita la venda ante el oscurantismo religioso.

Reorganizó la geografía para los venezolanos con imaginación. En campaña electoral dijo que visitaría las ciudades de Barcelona, Cumaná y Margarita, aunque en las escuelas venezolanas enseñan “erróneamente” que las dos primeras son estados y la tercera una isla que forma parte de otro Estado. Igualmente le da valor al género femenino refiriéndose a “millonas” de venezolanas.

Maduro, en su fantasía mental habla con pajaritos que lo aconsejan sobre el manejo económico y social. ¿Qué presidente latinoamericano tiene ese don? Ni siquiera Daniel Ortega que parece vivir conectado con el más allá y está convencido de construir un canal interoceánico en Nicaragua. Tampoco el General Otto Pérez tiene pajaritos que le abran los ojos sobre la violencia rampante que vive Guatemala y que le diga quién oculta en el departamento de Petén a narcotraficantes como el Chapo Guzmán. Ni a Juan Manuel Santos le silban que las Farc están engañando otra vez a Colombia.

Maduro tiene una clarividencia sobrehumana para detectar atentados imperialistas. Intenta hacer figurar a Venezuela en el libro de record Guinness, distinción que quizás le permita recibir regalías en papel higiénico que escasea, según el chavismo, por culpa de los que intentan eliminarlo a él. Maduro ve enemigos hasta en las células cancerosas, las mismas que insinúa le inocularon a Chávez los infames capitalistas.

Ahora hablando en serio: No estoy de acuerdo con el refrán que dice que “quien mucho habla mucho yerra”. Hay que dejar parlotear a Maduro porque divierte y con tantos problemas y descontento popular, bien vale la pena tener un bufón como presidente.

Debemos sugerir que conviertan su programa “Diálogo Bolivariano” en un “Stand-up Comedy” latinoamericano y divierta a otros pueblos para que olviden el hambre y la miseria y se rían de la pobreza, mientras los honorarios artísticos salen de las ganancias petroleras que guarda secretamente en cuentas en el extranjero.

Maduro es un humorista nato, pero él no lo sabe. A la gente hay que darle pan y circo con el propósito de que no sufra, aunque él solo puede cumplir con el circo, porque no hay pan, ni leche, ni carne, ni huevos. Un gobernante distrae a su pueblo con deportes o reinados de belleza, pero uno muy bueno con disparates.

Gobernar como un payaso, es gobernar bien. Maduro es el rey estelar de la bufonadas.

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