Protector de migrantes

Fray Tomás arriesga su vida por los que cruzan México

Fray Tomás, en  apariencia, no tiene miedo y maneja su camioneta solo.

Fray Tomás, en apariencia, no tiene miedo y maneja su camioneta solo. Crédito: Agencia Reforma

TENOSIQUE, Tabasco .— Fray Tomás frena bruscamente la marcha de su camioneta blanca a medio camino del tramo de 60 kilómetros que une El Ceibo con Tenosique, en el sureste de Tabasco.

Regresa de un viaje relámpago a la frontera con Guatemala, donde atestiguó cómo los coyotes y bandas organizadas cobran cuotas a los migrantes para burlar el puesto de control fronterizo en lanchas o rodeando un cerro.

A un grupo de hombres y mujeres hondureños con rostros inexpresivos y miradas cansadas que caminan en el borde de la carretera les grita sin más: “Súbanse atrás, los llevo a la casa del migrante.” Tienen los zapatos gastados y cargan pequeñas mochilas.

Mientras saltan a la caja apretujándose, el coordinador de la casa-hogar para migrantes “La 72”, Tomás González Castillo, se baja de la camioneta, abre la puerta del asiento trasero y saca su hábito de franciscano que desdobla y viste en un santiamén. Usa la túnica café característica de la orden de San Francisco de Asís como un escudo humanitario contra la cruda realidad del edén mexicano.

En la estrecha ruta de dos carriles flanqueada por campos verdes, reza para que la prenda aleje los peligros: operativos de los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), los retenes militares, los asaltos, secuestros, violaciones y extorsiones de los cárteles del narcotráfico y sus bandas de pandilleros locales que actúan a veces con la complicidad de las propias autoridades, contra los centroamericanos que entran a Tenosique con la esperanza de tomar el tren de carga conocido como “La Bestia” en dirección a Chiapas y Veracruz.

No tiene escoltas, teléfono inteligente, ni sistema de radiolocalización. Solo guarda en su viejo celular los números de las comisiones nacional y estatal de Derechos Humanos y de decenas de defensores de migrantes que podrían encender la alarma a tuitazos.

Fray Tomás es el benjamín de un grupo reducido de hombres de fe que arriesgan su vida día a día por hacer menos sufrido el paso de miles de migrantes clandestinos en México y por denunciar lo que consideran este “holocausto”.

“Sin duda es una de las ovejas negras recién llegadas”, dice el obispo de Saltillo, Raúl Vera, en alusión al libro del periodista Emiliano Ruiz, Ovejas Negras, que retrata a personajes como Alejandro Solalinde, Pedro Pantoja, José Barba, el propio Vera y otros religiosos dedicados a proteger a los más vulnerables.

Como ellos, Fray Tomás es también un crítico de la jerarquía católica y la clase política.

A sus 40 años, no tiene la fama ni el reconocimiento público que las ovejas negras se han ganado a pulsoy en los 3 años y medio que lleva en Tenosique ha acumulado un triste historial de hostigamiento y acoso: ha sido retenido por militares, denunciado penalmente en cinco ocasiones —tres de ellas por el propio INM, por los delitos de obstrucción de la autoridad y difamación— y amenazado de muerte.

En julio de 2010, cuando sus superiores le pidieron abandonar su cargo de formador de franciscanos en Izamal, Yucatán, para atender a los migrantes en la Parroquia de Cristo Crucificado, en el centro de esta ciudad tabasqueña, sus compañeros bromearon diciendo que lo mandaban de Disneylandia a Irak.

Cuando Fray Tomás llegó aún gobernaba el priista Andrés Granier —hoy detenido por desvío de recursos— y la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe Calderón hizo que el fraile encontrara una emergencia humanitaria que todas las autoridades, federales y locales, callaban. Con una pequeña cámara fotográfica empezó a hacer visibles las atrocidades cometidas por las mafias contra los centroamericanos y los operativos inhumanos de la migra mexicana, que los correteaba en los pantanos o los detenía cuando se subían a “La Bestia” en marcha.

Paralelamente a su labor de denuncia frontal, arrancó y supervisó con un grupo de voluntarios la construcción del albergue cerca de las vías del tren, inaugurado el 25 de abril de 2011 y bautizado como “La 72”, en recuerdo a los 72 migrantes masacrados en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010.

En 2011 documentó 13 secuestros, 92 asaltos, 37 extorsiones, una violación sexual y 247 persecuciones violentas de migrantes, operadas por funcionarios del INM. En lo que va de este año, ha interpuesto 12 denuncias ante la PGR y 50 ante la Procuraduría General de Justicia de Tabasco.

A todos los indocumentados que piden refugio los acoge con semblante serio y mirada inquisitiva. Pero actúa con compasión y, cada fin de semana, organiza y anima convivios en los que baila con quien se deja. Entre sus visitas a las oficinas de procuración de justicia y sus viajes de trabajo se encarga, ayudado por Fray Cecilio y Fray Aurelio, de que no falten alimentos, ropa y medicamentos para los cientos de centroamericanos que tocan la puerta del albergue.

De 2011 a la fecha han atendido a más de 20 mil.”La 72″ se construyó en un predio donado por un particular, a 200 metros de la estación del tren. Gracias al financiamiento de organismos y ONG nacionales e internacionales, se erigió primero una capilla austera y se fueron agregando otros edificios

Su estancia se puede extender por varios días; depende del tren, que no tiene horarios. Después de la cena, el sacerdote reúne a sus invitados en la parroquia. No esconde los peligros que los esperan en los 3 mil kilómetros que los separan de la frontera con Estados Unidos, pero no intenta disuadirlos de emprender el viaje.

“No es fácil de agradar y no se deja querer fácilmente”, asegura la senadora de Movimiento Ciudadano e integrante de la Comisión de Migración, Layda Sansores, quien lo visita en Tenosique.

“Me afectan mucho las historias de los migrantes. Siempre trato de mantener la calma”, dice.

“Pero sí sufro mucho, me invade la rabia, la indignación cuando viene por ejemplo una mujer víctima de violencia sexual o cuando nos viene alguien víctima de un secuestro o de extorsión por parte de la policía o de migración. Mi temperamento es muy agresivo pero no logramos nada si no somos sensatos, si no tenemos la cabeza fría para saber actuar”, dice Fray Tomás.

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