Casi es la regla: cuando un perro llega a la vida de una persona lo hace desde cachorro, y la ternura que provoca verlo tan pequeño y gracioso, nos hace olvidar que como cualquier ser vivo también tiene necesidades fisiológicas y también requiere de cariño, paciencia, higiene y educación, independientemente del aspecto material que es la casa, el alimento y uno que otro juguete para que se entretenga.
Cuando no tenemos considerados estos aspectos, es difícil hacernos responsables por completo de él y ante las primeras adversidades recurrimos a medidas poco efectivas y lastimosas que se traducen en casos como el de Laura, una mujer que ante la insistencia de su hija de 7 años decidió comprarle un cachorro de raza Schnauzer, la cual es muy inquieta y se distingue por su continuos ladridos.
“Viviendo en un departamento, los vecinos se empezaron a quejar y fue necesario cortarle las cuerdas bucales para que ya no hiciera tanto ruido y mientras fue pequeño lo mantuvimos dentro de la casa, pero cuando empezó a crecer lo subimos al cuarto de servicio que se encuentra en la azotea y esto hacía más complicado que lo viéramos; le subíamos alimento y agua por la mañana, limpiábamos el lugar y ya. Ahora Ximena, mi hija, tiene 15 años y menos quiere saber del animalito, así que lo vamos a regalar”, afirma Laura.
Como el caso de Laura y Ximena, existen muchos otros que también pueden variar en cuanto a la problemática existente, sin embargo, este tipo de medidas extremas como el abandono o producirles alteraciones físicas para limitar su naturaleza, son evitables en la medida en que dediquemos el tiempo necesario para brindarles el entrenamiento que les permita adaptarse a la convivencia con los humanos.
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La realidad es que no requieres pagar un costoso curso para que un perro reciba educación: desde la confianza y el cariño que uno siente hacia él, es más sencillo aleccionarlo y lograr que su comportamiento sea el esperado.
Andrea Wolf, autora del libro “Tu perro, tu espejo2 de Ediciones Obelisco, propone algunos tips que contribuyen a que el entrenamiento, para enseñarle tanto algunas gracias como buenos hábitos, surta buenos efectos:
- Antes de empezar, es necesario relajarse, se recomienda dormir una siesta o tomar una taza de té.
- Hay que seleccionar el lugar correcto, éste debe ser tranquilo, sin gente ni distractores como teléfonos, radio, etc.
- Se debe procurar que la mascota esté calmada. Si uno acaba de llegar de trabajar o de la escuela, hay que esperar a que termine su ritual de bienvenida, para después empezar.
- Se recomienda diseñar un plan de cuántos ejercicios se van a realizar, lo ideal es empezar de menos a más.
- Es importante darle una sola orden a la vez, así tendrá la oportunidad de procesar correctamente la tarea antes de cambiar a otra cosa.
- Hay que hablarle despacio y con claridad. Las órdenes deben tener pocas palabras y cortas.
- Solamente se habla lo necesario con la mascota, es decir, hay que darle la orden y el elogio correspondiente, nada más.
- Durante los ejercicios no se recomienda acariciarlo ni tener contacto afectivo con él.
- Si el can no entendió la instrucción y por lo mismo no obedece, hay que repetirla lenta y pausadamente.
- Se recomienda usar objetos de motivación, como comida o juguetes que se le brindan mientras se le hace un elogio. Eso sí, no es recomendable que uno muestre gran entusiasmo con sus logros.
La amistad con el llamado ‘mejor amigo del hombre’ hay que construirla con la misma dedicación y compromiso con que se hace con un ser humano.
Colaboración de Fundación Teletón México
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