Drama de telenovela

Hermanos ricos que no se quieren y un amor que queda a prueba

OPINIÓN

Luego de la derrota de anoche en Oklahoma City, los Lakers volvieron al último lugar de la Conferencia Oeste. Y eso es tan vergonzoso como suena.

Tras perder por 131-102, ellos se encuentran con una marca de 22 ganados y 43 perdidos, a 26.5 juegos del liderato de la conferencia; a 23.5 juegos de distancia de los Clippers, de quienes solían reírse, y en camino a la que, irremediablemente, será la peor temporada del equipo desde que llegó a la ciudad hace 54 años.

El drama en la cancha de juego apenas podría ser matizado por la ausencia de Kobe Bryant, descartado para volver a jugar en el presente torneo.

Pero el verdadero drama no está en la cancha. Lo que algunos llaman una telenovela está en las oficinas de los dueños de la más ilustre franquicia de la NBA (perdón, Celtics).

El drama lo señaló el mismo Bryant, la tarde en la que respondió todas las preguntas de los reporteros en El Segundo.

“Pienso que tenemos que empezar desde arriba en términos de la cultura de nuestro equipo, qué clase de cultura queremos tener, qué clase de sistema queremos tener, cómo queremos jugar”, dijo Bryant al empezar a encarar el futuro.

Para mirar al futuro se tiene que entender el presente. Jerry Buss, el hombre que convirtió a los Lakers en una marca de excelencia del deporte y el entretenimiento, murió hace un año. Le heredó el equipo a sus seis hijos, dejando a Jim Buss como el conductor de las operaciones deportivas, de las cuales ya se encargaba, y a Jeanie Buss como la responsable de las operaciones de negocios.

A principios de la campaña 2012-13, el equipo empezó muy mal y el entrenador Mike Brown fue despedido. Todo hacía indicar que Phil Jackson, ganador de cinco títulos de la NBA con los Lakers de su total de 11, volvería al equipo.

Pero en una maniobra algo turbia, los Lakers no llamaron a Jackson cuando éste esperaba ultimar detalles. Jim Buss, claramente celoso de la dominante presencia que Jackson tendría en la organización, colocó casi de la noche a la mañana a Mike D’Antoni.

Resulta que Jim y Jeanie no tienen una buena relación, y resulta que Phil Jackson es el prometido de Jeanie, su pareja desde hace varios años.

Volviendo a Bryant y su encuentro con los reporteros, el nombre más importante del deporte en Los Ángeles no quiso ser ‘político’ por más tiempo al hablar acerca de eso de que todo empieza “desde arriba”.

“Tienes que empezar con Jim y Jeanie, y cómo marcha esa relación. Empieza con tener una clara dirección y una clara autoridad”, explicó Bryant, él sí, con claridad.

Así, cuando el equipo se le terminó de derrumbar en esta temporada al coach D’Antoni, el nombre de Jackson volvió a emerger como el ideal y único posible salvador de la crisis.

Pero a juzgar por los hechos, eso no sucederá mientras Jim Buss mantenga el control.

Cansado de esperar, Jackson habría aceptado una oferta para convertirse en el jefe de operaciones de basquetbol de los Knicks de N.Y. (el equipo no lo había hecho oficial).

“Realmente no lo entiendo”, dijo Bryant sobre la indolencia de los Lakers.

No es fácil entenderlo. Y no será fácil aceptar que la nueva realidad de los 16 veces campeones sea, acaso por años, pelear entre los últimos lugares. El panorama es oscuro.

Y ahora la pregunta interesante, digna de revistas de farándula, es cómo será la relación entre Phil y Jeanie.

¿Podrá sostenerse esa relación a distancia? ¿Podrá sostenerse aun si cada quien representa a una distinta franquicia? ¿Se marchará Jeanie a N.Y.a seguir a su prometido? ¿Venderán los hermanos Buss a los Lakers? ¿Salvará alguien a este equipo de más humillaciones?

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