Texas ejecuta al mexicano Ramiro Hernández Llanas

Dallas/Notimex — La justicia de Texas ejecutó anoche mediante inyección letal al mexicano Ramiro Hernández Llanas, declarado culpable del homicidio de un profesor universitario en 1997.

Hernández Llanas, de 44 años, fue declarado muerto a las 6:28 p.m. en la prisión de Huntsville, Texas.

Por la mañana, su familia se despidió de él en una visita de cuatro horas realizada en la Unidad Carcelaria Polunsky. Acudieron su madre Martha Llanas Zamora, de 75 años, y varios de sus hermanos.

El reo mexicano, originario de Tamaulipas, fue sentenciado a la pena capital por el homicidio del ranchero y profesor universitario, Glen Lich, el 14 de octubre de 1997.

Hernández Llanas se convirtió en el décimo mexicano al que se le aplica la pena de muerte en Estados Unidos desde que el país reactivó su aplicación en 1976, y en el segundo en ser ejecutado este año, luego de Edgar Tamayo Arias el 22 de enero pasado.

La ejecución contravino una serie de condiciones que, de acuerdo con organismos internacionales, hacían al reo inelegible para el castigo capital.

Hernández Llanas pidió perdón en sus últimas palabras antes de morir y remarcó la importancia en la vida de actuar como se debe desde que se es niño, informó una fuente oficial.

“Siento lo que he hecho”, dijo en español el preso mexicano antes de ser ejecutado en la prisión de Huntsville (Texas), según un comunicado del Departamento de Justicia Criminal de ese estado traducido al inglés.

El preso, que fue condenado en 2000 por la muerte de un hombre para el que trabajaba y la violación sexual de la esposa de éste, hizo referencia a la familia de las víctimas.

“A la familia de mi jefe, los quiero”, dijo en un desordenado discurso de 233 palabras.El mexicano, que creció en un entorno muy humilde, dejó de muy joven la escuela y sufrió violencia en la chabola donde vivía, recordó la importancia de la infancia: “A los jóvenes, escuchen a sus padres, hagan siempre lo que dicen que se debe hacer, vayan a la escuela y aprendan de sus errores”.

“Y tengan cuidado antes de firmar algo con su nombre”, añadió antes de morir por inyección letal y tras casi 15 años en el corredor de la muerte. “Escuchen a sus padres, por favor”, subrayó.

“Me gustaría dar las gracias a Dios por dejarme ver a mi familia. Miro a los ojos de la familia y veo la tristeza, no estén tristes, estoy feliz”, dijo Hernández Llanas, de 44 años, que había recibido en las últimas horas la visita de su madre y de seis de sus hermanos.

También dio las gracias a los funcionarios de prisiones y al responsable del centro carcelario.

Hernández Llanas afirmó que moriría -“se iría”, en sus palabras- con felicidad, tranquilidad y sin rencores.

“Gracias Dios, voy contigo”, dijo antes de fallecer, según el Departamento de Justicia Criminal de Texas.

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