Regaño a Daniel Ortega

Al grano

Los obispos nicaragüenses dieron un ejemplo de patriotismo, coherencia social y política y una lección de democracia al hablarle a Daniel Ortega con dureza, pero francamente.

Se lo merece el ex guerrillero que alguna vez militó en el sandinismo y ahora integra una corriente política perversa que pudiésemos llamar “los codiciosos”, la cual agobia a muchos países de América Latina y mantiene en la pobreza y el abandono a la mayoría de la gente.

En un documento titulado “En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor”, la Conferencia Episcopal reprendió al viejo “comandante”. Los obispos le cantaron la tabla en la cara, le dijeron la verdad, que en su régimen hay una regresión hacia el autoritarismo por vía democrática. Ortega logró atornillarse al poder ilegalmente manipulando y adulterando la constitución y las leyes.

Prácticamente le exigieron que el país se rija por una verdadera democracia y que el Estado no sea propiedad de un partido ni mucho menos de una familia. Le instan a un diálogo nacional y cambios en el sistema electoral.

Ciertamente las actitudes de Ortega han sido la de un hacendado manejando su finca privada. Eso pasa con ciertos regímenes de extrema derecha o de izquierda, que se adueñan de los ciudadanos como si fuesen peones de un latifundio particular.

Frente a los obispos Ortega guardó silencio, simulando ser un hijo obediente, pero tal vez su estómago se revolvía con los ácidos estomacales, como le sucede a los dictadores soberbios que creen tener la última palabra. Él prefiere seguir arrimado al chavismo, usando tácticas retrógradas de un socialismo malinterpretado donde la voracidad es el código de conducta.

Los sacerdotes históricamente han protagonizado la historia nicaragüense. Hay uno en particular, el Obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, quien es una de las conciencias que martilla el cerebro de Ortega. Hace poco trinó en Twitter: “En un país como Nicaragua el respeto y la fortaleza de la institucionalidad adquiere carácter de urgencia política”.

A través de las redes sociales Báez evangeliza simplificando el léxico religioso, acercándose en prédica a la gente. Obispos que sacan la cara por el pueblo son los verdaderos apóstoles. Lamentablemente el Arzobispo emérito Miguel Obando y Bravo, llamado el Cardenal de la Paz y la Reconciliación, obstinado defensor del orteguismo, ya no es la voz que representa al pueblo, no solo por su edad sino por los vínculos con el gobierno. Obando es como un padre putativo de Roberto Rivas, presidente del Consejo Supremo Electoral. Rivas es hijo de la eterna secretaria de Obando. Quizás por eso el honrado cardenal mantiene un bajo perfil.

La Iglesia Católica está enviando aires renovados y los cambios son positivos. Los nuevos obispos, incluyendo al recientemente nombrado cardenal de Nicaragua Leopoldo Brenes, muy cercano al papa Francisco, no están dispuestos a guardar silencio y seguirán luchando para que la verdadera democracia retorne al país centroamericano.

Más le vale a Daniel Ortega renunciar al manejo del estado en forma coercitiva y totalitaria y que escuche las voces de su conciencia si es que aún le queda.

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