Críticos: fracasó la doctrina Obama para Irak

Por ahora, las ideas buenas escasean y las malas abundan. Y una tregua parece remota

Hora tras horas los despachos son dramáticos. Sunitas y shiitas en Irak se aprestan para el yihad, su guerra santa, solo que en lugar de ser en contra de los infieles de Occidente, es contra sus vecinos del bando religioso contrario. El país puede desintegrarse. Nuevas alianzas se forjan, incluyendo un acercamiento asombroso entre Estados Unidos e Irán y un viraje para apoyar al presidente sirio Assad en su lucha contra los insurgentes.

Las opciones son escasas y en general, todas insatisfactorias.

“El presidente Obama, ha descartado, por ahora, bombardear las posiciones de los extremistas suníes”, informó el Wall Street Journal, en una feroz crítica a la administración demócrata.

En lugar de ello, prefiere “proporcionar inteligencia al Ejército iraquí, lidiar con las divisiones políticas del país y buscar el apoyo de aliados regionales”, tal como cita EFE.

“En lo que el presidente está centrado es en una estrategia integral, no sólo en una respuesta militar rápida”.

Reflejando la falta de consenso en el seno de la administración y la dificultad de optar por una sola estrategia lleva a que Obama se oponga en este momento a los bombardeos directos, porque “carece de la información suficiente para poder golpear objetivos que pudieran cambiar la situación en el campo de batalla” pero que deje la puerta abierta a cualquier eventualidad.

Todo lo cual da pie para incrementar la presión contra Obama en el frente doméstico y por parte de sus adversarios políticos. Cualquier traspié, omisión, error o fracaso – y no están faltando – sirven para azuzar a la oposición. Después de todo, estamos en un año electoral y faltan menos de seis meses para el voto nacional.

Obama lleva varios días de consultas con su equipo de Seguridad Nacional para decidir sobre el papel que tendrá Estados Unidos ante el avance del grupo yihadista del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), que amenaza con llegar a Bagdad.

En lugar de los bombardeos, la Casa Blanca y el Pentágono se inclinan por el despliegue de fuerzas de operaciones especiales de EEUU sobre el terreno para proporcionar inteligencia y asesoramiento al Ejército iraquí, según el diario.

El debate en la Casa Blanca tiene también en cuenta el impacto que la inestabilidad en Irak tiene en la guerra civil en la vecina Siria, y los funcionarios citados por el diario no descartaron la posibilidad de una acción militar estadounidense en la frontera que comparten esos países o incluso desde territorio sirio.

“Obama quiere que la respuesta a la situación en Irak incluya una exigencia al Gobierno de Bagdad para adoptar medidas que mejoren el clima político en el país, y precisa para ello del apoyo de países vecinos”, escribe este miércoles la agencia EFE.

“Obama recibirá hoy (miércoles) en la Casa Blanca a los líderes republicanos y demócratas de ambas cámaras del Congreso estadounidense para abordar cuestiones de política exterior, incluida la situación en Irak”.

¿Servirá para acallar las críticas? Casi imposible. A Obama le critican que en medio de la crisis, tiene tiempo para viajar a Nueva York (y la semana anterior, a Los Angeles), para eventos de recaudación de fondos.

Así describe el clima político el Journal, a su vez crítico de Obama esta mañana:

En Medio Oriente, solo escuchamos “Por favor, ¿puede explicar lo que hace su presidente?, “¿Por qué se está retirando?, ¿Por qué sacrifica los logros tan costosos que alcanzaron en Irak, ¿Por qué abandona a sus amigos?, ¿Por qué negocia con sus enemigos?

Como si eso fuera poco, acota la agencia Notimex, “Arabia Saudita advirtió hoy (miércoles) a Irak que se enfrenta a la amenaza de una guerra civil a gran escala con graves consecuencias para toda la región”.

El canciller saudita, el príncipe Saud al-Faisal, denunció durante una reunión de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) en la ciudad saudita de Jeddah, “la política confesional y de exclusión” de los sunitas que, según Riad, lleva a cabo el primer ministro iraquí, el chiíta Nuri al Maliki.

Arabia Saudita y los principados del Golfo son de mayoría sunita.

Frente a las dudas y las críticas, la desintegración del estado Irak y la inminencia de un posible desastre son aún más dramáticos. El New York Times señala este mismo miércoles cuál es la chispa que puede hacer saltar el polvorín de Irak, Medio Oriente y el mundo islámico: si los rebeldes atacan y destruyen los sitios sagrados de la mayoría shiita en su afán de incitar a una conflagración global, algo que teme, especialmente, la cúpula de Irán:

“En cuanto a los sitios sagrados de los shiitas en Krabala, Naja, Kadhimiya y Samarra, anunciamos a los asesinos y terroristas que la gran nación iraní no hesitará en protegerlos”, dice el Times, citando al presidente iraní Hassan Rouhani.

Por ahora, las ideas buenas escasean y las malas abundan. Pero se empiezan a escuchar voces que piden una mediación, para que tanto shiitas como suníes – incluyendo a los militantes de Al Quaeda – lleguen a un acuerdo, previo un cese de fuego. Aunque una tregua parece aún remota.

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