El dilema de la inmigración

El tema de seguridad nacional siempre ha sido un pilar de la filosofía conservadora, hasta que aparece el tema de la inmigración. De ahí en más, muchas de las convicciones y valores que están mas arraigados en esta ala republicana parecen nublarse en todo debate sobre inmigración.

La cuestión de hoy es el presupuesto federal que debe aprobarse para el 11 de diciembre, de manera que gobierno siga abierto. La idea del presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, es un plan de gastos que cubra la operación de 11 de las 12 agencias federales hasta el próximo septiembre. A diferencia del resto, al Departamento de Seguridad Interna se le extiende la autorización de gastos por unos meses, no más allá de marzo. El motivo de esto es poder pelear con el presidente Obama el financiamiento de su orden ejecutiva sobre inmigración y la deportación diferida.

La falta de un presupuesto a largo plazo dañará los planes de un nuevo centro de detención y perjudicará aspectos de la seguridad fronteriza, según el Secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson.

O sea que es preferible rechazar la orden de Obama incluso cuando se deja tambaleando el presupuesto de seguridad y ayuda a permanecer en la oscuridad a millones de personas cuyo paradero se desconoce. Esto sí perjudica la seguridad.

Sin embargo, como en otras áreas el tema de inmigración parece estropear las convicciones conservadoras más sólidas.

Los valores familiares es un ejemplo de como se puede creer en el término más tradicional de la familia, al mismo tiempo que se favorece la separación de padres e hijos. También se puede ser un enemigo acérrimo de los sindicatos, especialmente de los empleados públicos, y ser el principal entusiasta del sindicato que agrupa a los integrantes de la Patrulla Fronteriza.

Lo peor de todo es que la propuesta de Boehner, con todos sus inconvenientes, es un plan demasiado moderado para los más duros. Podrá ser también la rabia que despierta entre los republicanos. Lo cierto es que inmigración es hoy para los republicanos una cuestión emocional que conduce a contradicciones básicas e impide ver con claridad lo que ocurre alrededor. Esta dinámica es una señal preocupante para el próximo Congreso

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