Cómo ganarle a la depresión en Navidad

Cuando muchas personas planean pasar días en familia o viajar de vuelta a casa por Navidad, la bloguera Charlotte Walker, quien sufre de trastorno bipolar, comparte cómo intenta cuidar de su salud mental durante estas fechas.

En estas fechas, cuando muchas personas planean pasar días en familia o viajar de vuelta en casa, la bloguera Charlotte Walker, quien sufre trastorno bipolar, comparte cómo planea cuidar su salud mental durante la temporada festiva, uno de los momentos más delicados del año.

Este es su testimonio.

En mi experiencia la Navidad suele ser una época difícil. Este año además estoy recuperándome de una crisis, por lo que planificar la temporada ha sido particularmente desafiante.

Es común sentirse presionado para que la celebración sea mágica, pero si ya estás estresado, ansioso o deprimido, la presión puede magnificarse.

Sé que no estoy sola. Durante las últimas semanas he visto a miembros de la comunidad de salud mental tuitear sobre sus preocupaciones y temores a medida que se acerca diciembre.

Mi amiga Alice resumió el problema en 33 concisos caracteres: “La depresión y la Navidad simplemente no van juntas”.

Pero lo cierto es que la fiesta ya está aquí, al igual que mi trastorno bipolar.

Para lograr que convivan, las cosas tendrán que ser un poco distintas.

El plan comienza con dejar atrás mi idea sobre lo que la Navidad “debe ser”.

Esto puede ser difícil debido al Viernes negro, el Cyber Monday y todos los demás días de ofertas especiales.

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Pero la verdad es que si no me ocupo de mí misma, no tendré la resistencia para cumplir las demandas de mi familia.

Los comerciales se acumulan debido a la presión y anticipación del gran día, pues los compradores van seleccionando regalos hermosos, mientras las madres cocinan platos espectaculares.

A la vez, revistas y programas de televisión recuerdan que debemos aspirar a una “Navidad perfecta” con decoraciones y regalos hechos por uno mismo.

He estado recordándome a mí misma que si tuviera una apendicitis o una pierna rota no lo pensaría dos veces para tener una fiesta más tranquila.

Aunque no tengo ninguna de esas dolencias, continúo recibiendo tratamiento por una crisis reciente y necesito prestar la mayor atención posible a mi salud mental.

De modo que el perfeccionismo no está contemplado, pero sí una Navidad tranquila, de bajo perfil, que sea lo suficientemente buena.

Las compras navideñas son un problema para mí.

Cuando estoy bien, gasto en exceso y acabo con el presupuesto, pero cuando no me siento bien, no soy capaz de enfrentarme a las tiendas.

Una estrategia que he adoptado es dejar claro a mis familiares y amigos cuáles son mis límites.

Como he estado mal, tomé la iniciativa de comunicarles que este año solo recibirán cupones.

La entrega de regalos será a mi manera y ello no será negociable. Nadie se ha opuesto hasta ahora.

También anuncié mis planes de tomar tiempo para mí. Como madre, suelo sentir que las Navidades giran a mi alrededor: lo que compro, lo que cocino, el hecho de que la gente se esté divirtiendo, etc.

Al igual que quienes sufren de bajo estado de ánimo, hay veces que intento ocultar cómo me siento.

Tengo hijos adolescentes, pero aún no quiero que sepan cuán duras pueden ponerse las cosas, así que intento poner buena cara para ellos.

A veces, cuando finjo esa alegría, llego incluso a disfrutarla. Sin embargo, la mayoría de las veces siento tensión y no puedo mantener ese estado de ánimo por mucho tiempo.

Necesito espacio para ser real, para pensar en mis emociones durante una solitaria caminata en el parque, un largo baño de burbujas o un tiempo de descanso en la cocina escuchando villancicos en la radio y comiendo “mince pie” (un dulce típico de la Navidad en Reino Unido).

A veces me siento un poco egoísta, pero la verdad es que a menos de que me ocupe de mí misma no tendré la capacidad para hacer frente a las necesidades de mi familia.

Se parece a las indicaciones de seguridad que dan en los aviones: ajuste su máscara de oxígeno y respire normalmente antes de ayudar a otros.

Por último, intento contar mis felicitaciones.

Aunque sería bueno que pudiera sentir un poco más de alegría en esta temporada, me siento afortunada: tengo amigos que tendrán que depender de bancos de alimentos si quieren cenar y también sé de personas que no tienen más remedio que pasar solos el día de Navidad.

Puede que mi cena no se parezca a la de cocineros famosos como Nigella Lawson y mis regalos no sean originales y hechos a mano, pero en un mes nada de esto importará.

Cuidarme durante las fiestas me prepara para una mejor salud mental en 2015.

Ese sí sería un regalo perfecto.

Charlotte Walker escribe el blog

Purple Persuasion

y es entrenadora en primeros auxilios de salud mental.

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