Una matrícula de auto honrando a los soldados confederados de Estados Unidos ha desatado una batalla en la Corte Suprema del país en torno al derecho a la libre expresión. ¿Qué pueden decir los estadounidenses en las matrículas de sus autos?
Si uno viaja por auto a lo largo de Estados Unidos, no hace falta preguntar a los locales para saber exactamente cuáles son los temas que les interesan. Los automovilistas estadounidenses lo dejan saber con los emblemas que llevan adornando su parachoques. Las coloridas matrículas de sus autos celebran todo, desde los Boy Scouts hasta sus bebidas gaseosas favoritas.
Para un observador externo es fascinante y extraño ver la gran cantidad de asuntos mediante los cuales el orgulloso motorista busca sobresalir entre la multitud. Lemas antiaborto como “Decídete por la vida” compiten con otras matrículas que hablan de proteger a los árboles o incluso recomendar una marca de hamburguesas.
Hay matrículas que hacen chistes malos, y otras que ofrecen sombríos homenajes a las víctimas de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
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Pero en esta extraña galería, hay una matrícula que ha causado controversia como ninguna otra. Su diseño incluye una bandera de la Confederación sureña, uno de los bandos de la guerra civil que se peleó en ese país en el siglo 19 por la cuestión de la esclavitud.
La matrícula fue rechazada en dos oportunidades por el departamento de vehículos automotores de Texas, que dictaminó que una “porción significativa del público” encontraba ofensiva esa bandera, debido a su asociación histórica con la esclativud.
“¿Por qué deberíamos como texanos querer que nos recordaran a un sistema legalizado de servidumbre involuntaria, deshumanización, violación, asesinato masivo?”, preguntó el senador estatal Royce West en una audiencia pública sobre las matrículas en 2011.
El asunto podría haber terminado ahí. Las autoridades de los 50 estados rechazan todos los días diseños groseros y ofensivos. Pero lo que ocurrió después hizo que el tema de las matrículas con mensajes especiales saliera de Texas y llegara al tribunal más importante del país.
Los Hijos de los Veteranos Confederados, patrocinadores de la polémica matrícula, llevaron el caso a una corte federal de apelaciones, donde argumentaron con éxito que rechazar el diseño que proponían era restringir su derecho a la libre expresión, protegido por la Primera Enmienda de la constitución estadounidense.
El caso ha llegado a la Suprema Corte. Sus nueve magistrados deben considerar cómo encajan los derechos de la constitución en esas placas metálicas de 30×15 centímetros. ¿Cómo se llegó a esto? ¿Cómo pudo ser que un objeto tan simple como la matrícula de un auto se convirtiese en campo de batalla para los derechos de los estadounidenses?
“Lo que comenzó como expresión razonable se ha convertido en división y confrontación”, dice Dan Neil, columnista de automóviles en el diario Wall Street Journal. Retratar la bandera Confederada en la matrícula del auto es “como agitar un trapo rojo frente a un toro“, asegura.
La historia de las matrículas de los autos comenzó a principios del siglo 20. En 1907 el estado de Texas decretó que todos los vehículos motorizados debían ser registrados y los conductores debían exhibir el número asignado.
Muchas de las primeras matrículas eran enteramente personalizadas. Fabricadas con métodos caseros, eran hechas de madera, teja y hasta cuerto. Un siglo después, en 2014, las matrículas le produjeron ingresos por $17.6 millones a las autoridades del estado de Texas.
Las matrículas vienen en dos clases. Las matrículas personalizadas permiten a los conductores seleccionar una configuración de hasta siete caracteres, típicamente formando una expresión humorística.
Estas no son el objeto de la disputa en la Suprema Corte. El caso se relaciona con el otro tipo de matrícula, las “especializadas”, que llevan imágenes, símbolos o lemas en apoyo a una causa o una organización como una entidad benéfica, una universidad o un equipo deportivo.
Estos grupos piden permiso para que el estado otorgue un permiso para la expedición de matrículas por una tarifa adicional, que recauda fondos para el gobierno y para la organización. Texas ofrece 385 variedades de esas matrículas “especializadas”. Entre los tópicos más populares están las fuerzas militares y sus veteranos.
Pero las autoridades de Texas, que no tienen problema en autorizar matrículas que conmemoran a soldados que cayeron en guerras modernas, no están dispuestos a permitir una que honre a los soldados que pelearon por la Confederación.
El estado argumenta que “está perfectamente dentro de sus derechos excluir esvásticas, sacrilegio y racismo abierto de las matrículas expedidas por el estado que llevan el nombre y el sello de las autoridades”. Los opositores dicen que esto viola la libertad de expresión de los conductores que seleccionan la matrícula, una visión que comparte la corte de apelaciones. Pero el estado insiste en que las matrículas son propiedad gubernamental, sobre la cual el gobierno puede decidir su propio mensaje, lo que no estaría violando la Primera Enmienda.
En el centro de la polémica, entonces, hay una pregunta simple para los magistrados de la Suprema Corte: ¿La matrícula de mi auto habla por mí, o por mi estado?
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