Madre defiende a otras en el sector hotelero
Será reconocida hoy como 'Mujer del Año' por senador estatal
Para Juana Melara, las secuelas por trabajar 20 años en la industria hotelera son una lesión en el codo, recordar que impunemente un huésped se sobrepasó con ella y no saber qué es un descanso.
“Desde que trabajo en esto nunca he tomado mis ‘breaks’ de diez minutos”, asegura la salvadoreña, de 50 años y recamarera en un hotel en la zona turística de Long Beach.
Cada día, cientos de mujeres, la mayoría inmigrantes hispanas, se encargan de limpiar las habitaciones de los hoteles de esta ciudad costera que atrae a vacacionistas desde la década de 1980.
Pero son muchos los cuartos sucios y poco el personal. Para Melara y sus compañeras, la cuota diaria es asear 16 habitaciones o una cada media hora, algo complicado aún para las más experimentadas. Ellas dicen que no lo logran ni llegando temprano para preparar su equipo o evitando los descansos.
“Al punto que evitamos tomar agua para no ir al baño o nos aguantamos las ganas porque sentimos que nos quita tiempo”, dice Melara, quien a lo largo de los años ha registrado infinidad de abusos en el sector. “Una muchacha fue al doctor y le dijeron que no podía seguir haciendo eso”, cuenta.
A esto se suman los sueldos raquíticos: los trabajadores de la industria ganan un promedio de 19,000 dólares anuales y casi la mitad recibe asistencia gubernamental, según un reporte de la Alianza para una Nueva Economía en Los Ángeles (LAANE).
Mujer del Año
En el oficio de recamarera, desempeñado sobre todo por madres latinas, Melara, quien tiene dos hijos adultos, asumió la responsabilidad de unir a las empleadas para exigir mejores condiciones laborales. Su esfuerzo no ha pasado desapercibido y será reconocido hoy sábado con el premio “Mujer del Año” que le entregará el senador estatal Ricardo Lara.
“Es mi placer distinguido reconocer tu trabajo”, le expresó el legislador estatal en una carta.
Ingrid Dimas, hija de Melara, dice con orgullo que su madre ha levantado la voz en un sector donde los maltratos son constantes. “La gente llega a los hoteles y no se limpian solos, es porque mi mamá al igual que otras mamás han trabajado duro”, menciona.
“Nosotros, sus hijos y su familia, le agradecemos por todo el esfuerzo y el trabajo que ha hecho para sacarnos adelante”, comenta Dimas.
En el acogedor hogar de Melara, en Norwalk, el festejo del Día de las Madres se realizará hoy sábado, un día antes de la celebración, porque le toca trabajar los domingos. Pero a ella no le incomoda atender huéspedes y defender a sus compañeras, muchas de las cuales guardian silencio por temor a sufrir represalias.
“Para que cuando uno se levante en la mañana vaya con gusto al trabajo, no con el pensamiento de que ‘ah, otro día más con la presión, con el abuso físico’”, dice Melara.