Hombre tetraplégico mueve un brazo robótico…con su mente (video)

De una vida sumergida en las pandillas en Los Ángeles, este hispano se convierte en la primer persona en controlar un brazo robótico con la mente

Una noche sangrienta en las calles del este de Los Ángeles cambiaría el curso de la vida de Erik Sorto para siempre, y pese a las consecuencias que ha sufrido su entorno completo por aquella noche, el hombre se ha convertido en un éxito en el mundo de la ciencia y medicina.

El residente del Valle de San Fernando, en el sur de California, se ha convertido en el primer hombre en darle vida a un brazo robótico usando solamente su mente, esto pese a ser tetraplégico.

A sus 34 años, Sorto depende del movimiento de su cabeza y cuello para todo, ya que lleva 13 años paralizado de cuello hacia abajo por una bala que perforó su médula espinal cuando tenía 21 años. Pero eso ahora no le prohíbe que levante una botella de cerveza, la traslade de una mesa hacia su boca, y pueda tomar de ella utilizando un popote (pajilla).

Todo, gracias a la ciencia.

Debido a la inmovilidad que ahora gobierna gran porcentaje de su cuerpo, Sorto fue el candidato perfecto para el proyecto neurológico que encabeza la Escuela de Medicina Keck de USC, Caltech y el centro de rehabilitación Rancho Los Amigos en Downey, California.

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En abril 2013, Sorto se sometió de manera voluntaria a una cirugia durante la cual le implantarían dos microchips en la corteza parietal posterior (PPC por sus siglas en inglés) de su cerebro, la región que controla “nuestra intención de movernos, lo que podría lograr movimientos [del brazo robótico] más naturales y fluidos”, argumenta el investigador principal, Richard Andersen, del Laboratorio Caltech.

Los implantes registrarían los pulsos de electricidad de sus neuronas, conectándolas al movimiento que realizaría un brazo robótico. En otras palabras, para mover el brazo, lo único que Sorto tiene que hacer es imaginarlo.

La prótesis controlada por la mente es el intento innovador que permitirá a personas paralizadas obtener un poco de independencia, pero confiesa Sorto, en un video publicado por la Escuela de Medicina Keck, que tomó 21 meses lograr mover el brazo sin fallo alguno.

Durante su tiempo en Rancho Los Alamitos, Sorto entrenó con doctores y científicos de Caltech, comenzando con pasos primarios, como dar la mano para un saludo y posteriormente jugar a “piedra, papel o tijera”. Después de meses, se dio el momento documentado en un video y compartido en YouTube que ahora sacude a las redes, y que ha mandado una ola de apoyo a Sorto para que siga adelante.

En intentos previos con otros pacientes, especialistas han logrado que éstos muevan el cursor de una computadora u otros aparatos al implantar microchips en otra zona del cerebro, la corteza motora, donde se controlan los movimientos que realiza el cuerpo.

Ahora, pese a que los resultados son preliminares, los científicos aseguran que el nuevo procedimiento de posicionar los microchips en la zona PPC sugiere un futuro prometedor para personas paralizadas.

“Así como el proyecto me necesitó a mí, yo también lo necesite. Me causa tanta satisfacción poder ser parte de una solución que mejorará las vidas de pacientes paralizados”, asegura Sorto.

Confesó Sorto que su actitud positiva no siempre estuvo presente. Tras haber quedado confinado a su silla de ruedas, tardó cuatro años para aceptar su condición. El padre de dos, quienes tenían menos de 4 años cuando ocurrió el accidente, asegura que tuvo que cambiar porque sentía que poco a poco perdía a sus hijos con la personalidad negativa que lo gobernaba.

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Sorto estuvo sumergido en el mundo pandillero de las calles angelinas desde el comienzo de su adolescencia. Era un mundo que conocía a ciencia exacta y al cual se tuvo que anexar por falta de opciones. Pero después del accidente, su manera de pensar y ver el mundo mejoró. Ahora, tras el éxito que ha tenido con la extremidad robótica, Sorto busca regresar a la escuela para cursar una maestría en trabajo social, y poder asistir a los jóvenes de bajos recursos y de barrios empobrecidos que, como fue el caso para él, solo tienen una vida pandillera por delante.

“Tanto mental y físicamente ha sido un giro de 360. Ahora soy una persona viva, a quien en realidad le preocupa el bienestar de otros”.