El vía crucis de la Albiceleste
Argentina sigue sin consumar con un título a una de sus mejores generaciones de futbolistas
SANTIAGO
El sábado Argentina con una generación brillante de futbolistas ha agregado un kilo más a la mochila que significa no coronar con un título una gestión. Jugaban en el estadio Nacional de Santiago los fantasmas de la historia entera de Chile, que jamás había logrado levantar una Copa, contra los fantasmas de la historia reciente de la Argentina, que hace 22 años no festeja.
Y lo cierto, también, es que los de Jorge Sampaoli lograron domarlos mejor, siendo fieles a sí mismos y, cuando no lo fueron, resultaron diferentes ante todos los karmas que los marcaron por siempre.
En cambio los karmas de la Argentina, más presentes, estuvieron aquí.
1) El karma de Higuaín. La sorprendente lesión de Ángel Di María apuró un proceso de descomposición en el esquema previsto por Gerardo Martino, que lo llevó a tropezar con los cambios. Ezequiel Lavezzi fue el elegido y a los 35 minutos del segundo tiempo ya había hecho los tres. El último, Éver Banega. El del medio, el del desgraciado Gonzalo Higuaín. El mismo que tuvo el triunfo mundial en sus pies, tuvo también la Copa América en los suyos, en la última jugada del último minuto del último tiempo regular. Y remató su noche con un penal tirado ya no al cielo, sino al infierno. Que el partido, un partido así, haya terminado sin Carlos Tevez en la cancha, aunque sea para patear un penal, es algo que le va a costar asimilar y explicar al “Tata” Martino.
2) El karma de Messi. Una vez más, como en Brasil, la instancia decisiva pasó más por la épica de Javier Mascherano que por la magia de Lionel Messi. A diferencia de todo lo que sucedió durante el resto de la Copa, Nunca tuvo la pelota con seguridad, pero tampoco nunca tuvo opción de pase por delante y recepción de pase por detrás. Se fue del partido, literalmente, más de una vez. Se dice literalmente porque en un momento quedó pendiente de la platea, donde su familia la pasó mal. En aquella última jugada del minuto 90 apareció. Provocó dos amonestaciones. Y ya no más. Tres Mundiales y tres Copas América cargan sobre las espaldas del dueño de la épica, que siempre está, pero puso en duda su futuro, y el dueño de la magia, que a veces no está, como ayer. Decirles perdedores sería una falta de respeto.
3) El karma del fútbol argentino. La selección argentina, aún sin el título, sigue siendo una isla en el país del fútbol argentino. Más aún en este momento de descomposición institucional, en el que nadie sabe quién manda. Explicar esta nueva frustración, que eso es no haber logrado el título con eso, sería facilista ahora. Pero no ordenar las estructuras alrededor, sería perder para siempre lo que todavía es possible. “Pareciéndonos a lo que pretendemos va a ser más fácil que consigamos el objetivo”, había dicho Martino, con notable serenidad, unas horas antes. Y la verdad es que, en la final, no se pareció a lo que se pretende. Lo que no quiere decir que lo que se pretende no sea lo correcto.
Quien diga, hoy, la Argentina perdió con Chile, ¡con Chile! despectivamente, no conoce a este Chile. Años y años le llevó encontrar y reforzar esta verdadera Generación Dorada. En todo caso, lo que sí se le puede achacar a la selección es que, en la Final, Chile fue más Chile de lo que Argentina fue Argentina.