Editorial: Mas difícil que personas buenas y malas

Estados Unidos tiene una cultura y una historia ligada a las armas de fuego que cada año cobra decenas de miles de vidas

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Crédito: J. Emilio Flores | La Opinión

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El asesinato de los periodistas de televisión Alison Parker y Adam Ward de la estación WDBJ en Roanoke, Virginia, mientras transmitían en vivo sacudió al país por las características sensacionalistas del homicidio y por el uso que el asesino hizo de los medios sociales para promocionar su crimen. Ese mismo día, con menor atención de los medios, cuatro personas murieron a punta de pistola en Minessota, tres en Los Ángeles, uno en Cincincinati y dos en Chicago, estos fueron algunas de las decenas de personas que mueren a balazos diariamente.

Esta cuota diaria de muertes es una vergüenza para una sociedad avanzada como la nuestra. Estados Unidos tiene una cultura y una historia ligada a las armas de fuego que cada año cobra decenas de miles de vidas. La justificación oficial para que la población tenga el derecho a las armas dice que es para la seguridad personal contra un agresor y de protección en caso de un gobierno tiránico. A los defensores de la portación de armas les gusta señalar que la mejor defensa contra “un malo con armas es un un bueno armado”

La realidad es muy distinta. Los asesinatos de Parker y Ward tienen las características de la mayoría de los homicidios de este tipo que no tiene nada que ver con la ficción alentada por la Asociación Nacional del Rifle (NRA) . El homicida Vester Flanagan era conocido por las víctimas y tenía resentimientos específicos hacia la reportera y el camarógrafo surgidos en el período mientras trabajó en la estación de TV. Se sabe por lo que dejó escrito su obsesión con masacres anteriores, quienes trabajaron con él  lo recordaron como un hombre temperamental, pero no se puede decir que tenía antecedentes de enfermedad mental. Por eso pudo comprar el arma legalmente.

En este caso bastó la frustración laboral, el deseo de la fama y poco más para convertir a un hombre bueno que ejerce su derecho a tener un arma, en un hombre que intenta matar a todo el que se le cruce. La mayoría de los asesinatos con armas de fuego son cometidos por individuos decentes y honestos hasta que mezcla de una crisis personal con la posesión de un arma los convierte en asesinos. Ojalá fuera tan fácil identificar buenos y malos como dice el NRA, mientras tanto hasta que llegue ese día, es más práctico restringir el acceso a las armas.

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