El Hampton House Motel, testimonio de los años de segregación racial en EEUU

En sus instalaciones el famoso boxeador Cassius Clay celebró su victoria sobre Sonny Liston, en el torneo de los pesos pesados de 1964, y fue en este hotel donde el líder Martin Luther King pronunció por primera vez su célebre discurso "Yo tengo un sueño"

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Crédito: EFE

Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo pasado, durante los años de la segregación racial en Estados Unidos, las personas negras no tenía permitido hospedarse en hoteles de la lujosa ciudad de Miami Beach, y frente a esta situación el Hampton House Motel se convirtió en punto de encuentro de esta comunidad en el sur de Florida.
En sus instalaciones el famoso boxeador Cassius Clay celebró su victoria sobre Sonny Liston, en el torneo de los pesos pesados de 1964, y fue en este hotel donde el líder Martin Luther King pronunció por primera vez su célebre discurso “Yo tengo un sueño”, tres años antes de su célebre proclama en las escalinatas del monumento Lincoln, en Wahington DC.
“El prestigio del Hampton sobrepasaba la tensión racial de la época. En el lugar se podían encontrar personas de todas la razas que iban a disfrutar de sus maravillosos espectáculos”, señala en entrevista Enid Pinkney, directora del Historic Hampton House Community Trust, la entidad encargada de su preservación.
Esta mujer de 84 años recuerda que no era infrecuente que el emblemático hotel, ubicado en el barrio de Brownsville, al oeste de la ciudad de Miami, recibiera a artistas de la talla de Sammy Davis Jr., Jackie Robinson, Sam Cooke o Nat King Cole, y a deportistas destacados como la tenista Althea Gibson.
Todos ellos se hallaban sujetos a una normativa de la época que prohibía a las personas negras hospedarse en hoteles de Miami Beach, los cuales, no obstante, solían contratar a muchos artistas afroamericanos para entretener a sus huéspedes blancos.
“Después que terminaban sus shows, los músicos debían buscar habitaciones en el área de los negros, que era todo el barrio de Overtown”, el vecindario colindante con el centro de Miami y “designado y limitado a residentes afroamericanos”, según rememora Pinkney.
A modo de puente entre razas y eslabón entre Miami Beach y Overtown, la ancha edificación de dos pisos del Hampton House, con 30,000 pies cuadrados de extensión y 50 habitaciones, surgía también como una plataforma para noches interminables de fiesta y música, gracias a su club de jazz.
En muchos de estos espectáculos de jazz, blues y soul se dejaron ver estrellas de la época como Frank Sinatra y algunos miembros del grupo de cantantes y actores que integraban el famoso “Rat Pack”.
“En el Hampton, la raza nunca fue un problema, porque todo se trataba de buena música, vestidos elegantes y banquetes de comida gourmet”, aseguró Pinkney, quien en su juventud sobrellevó “toda clase de discriminaciones” y por ello solo frecuentaba “lugares autorizados para los negros”, como el elegante Hampton House Motel.
Uno de los artistas que se presentaban en el local, el hoy reverendo Walter Richardson, recuerda que el hotel solía estar decorado “de manera muy elegante”, siempre rodeado de automóviles lujosos, y que “era un sitio con muy buena reputación, un orgullo para la comunidad negra en Miami”, según señaló.
En ese momento, el joven pianista “sólo disfrutaba del tremendo honor de tocar para grandes estrellas y distinguidos visitantes”, pero no sabía “que presenciaba un momento histórico para la humanidad”, tal como refirió en alusión a la lucha por lo derechos civiles que se gestaba en la década de los años 1960.
En 1972, este emblemático motel se vio obligado a cerrar cuando su habitual clientela se esparció por la ciudad “para disfrutar de los lugares que anteriormente les eran prohibidos”, especialmente en “el área de blancos”, como recordó Richardson, refiriéndose a Miami Beach.
Tras 43 años de abandono, el histórico edificio fue vuelto a inaugurar a mediados de este año, tras un proceso de remodelación, aunque en la actualidad aún permanece cerrado al público hasta que complete las suficientes donaciones que le permitan sostenerse económicamente.
El local quiere convertirse en un museo y salón social, y a la vez en una suerte de emblema de “la memoria histórica afroamericana en Miami”, que transmita a las nuevas generaciones “los grandes sacrificios que la comunidad negra tuvo que pasar para llegar a donde estamos hoy”, manifestó Pinkney.
“Porque cuando sabemos sobre nuestro pasado, tenemos más respeto por nosotros mismos y no cometemos los mismos errores”, agregó.

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